CAPÍTULO 37

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BROKEN
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Leanne

El silencio sigue presente, nadie me quita la mirada de encima. Todos se muestran sorprendidos y Laura no deja de inspeccionarme con la mirada.

—¿Serás padre y no me lo dijiste? —interroga, mirando a su hermano.

—¿Está embarazada?

Daniel palidece y Joseph se mantiene en silencio. Sin embargo, el ruidoso estruendo que se produce en el comedor sucede cuando Sherlyn pierde los estribos y lanza la botella de vino al suelo, haciendo que se estrelle y se haga añicos.

—¡¿Te atreviste a preñar a esta golfa?! —grita—. ¡¿En qué carajos estás pensando?!

—¡Tú cállate y controla a tu puta acompañante! —Edward pierde el control—. ¡Y que sea la última vez que hablas de mi mujer en mi presencia!

—¡Dime que no es cierto... que no embarazaste a esta maldita zorra que te embaucó desde el primer día! Te creía más astuto...

—¡Que te calles!

Su mirada ruin me examina con desprecio.

—Tú disfrutas de esto... de ser una maldita zorra calienta braguetas.

No digo nada, simplemente alzo el mentón.

—¡Suficiente! —interviene Laura—. ¿Cuál es tu puto problema?

—¿No te das cuenta? —Sonríe—. Leanne es una puta caza fortunas que solo busca enredarlo y él acaba de caer en su trampa como un completo imbécil al preñarla. ¡Felicidades, Edward! Oficialmente, acabas de cagarte en tu maldita familia.

—Estas hablando sin saber, deberías callarte —dice Joseph.

—Sherlyn, con todo respeto, no necesito de la fortuna de nadie ni de su hijo. Tengo suficiente con la mía que es producto de años de trabajo como para que la rebajes a esto. —Mantengo la calma—. Y tu reacción solo demuestra una vez más que el dinero nunca podrá comprar tu clase.

Edward coge a Noemí del brazo y la arrastra fuera del comedor pese a sus protestas.

—¡Maldita zorra! —Trata de abalanzarse sobre mí y sus hijos deben sujetarla para evitar que se atreva a tocarme un solo pelo.

—Eres patética —digo, altiva.

—¡Arruinaste esta maldita familia desde un inicio, debí de haber impedido esto apenas te vi con él por primera vez! —sigue con su griterío—. ¡Te le metiste por los ojos como la maldita zorra que eres! Todo lo que se dice de ti es cierto. Solo buscas fortuna.

—¿Terminaste? —interrogo—. No sé cuántas veces más tendré que reiterarte que mi fortuna es producto de mi trabajo y no depende de tu hijo. Y hagas lo que hagas, lo hecho está hecho y no puedes cambiar el hecho de que yo cargo conmigo a nuestro hijo.

Aparto a todos del camino y me voy del comedor pese a que Laura me llama repetidas veces. Necesito aire fresco.

Los ojos se me llenan de lágrimas y salgo de la casa. Edward y Noemí discuten a los gritos y me acerco para intervenir.

—¿Por qué? ¿Qué ganas con esto? —interrogo, mirándola.

Edward se peina el cabello con los dedos, frustrado.

—Es lo que te mereces —dice, cruzándose de brazos.

—Yo nunca te he hecho nada a ti, Noemí. Y por mucho que guardes rencor hacia Edward no significa que debas desquitarte conmigo, eso tampoco te da el derecho a exponer mi embarazo cuando eres consciente del nivel de acoso que recibiré por parte de la prensa si alguien más se entera.

Caricias PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora