LAS VEGAS
.
LeanneEmma y Lidia ríen a carcajadas de lo ebrias que están mientras que Hailey y yo tratamos de guiarlas hacia la habitación. Ya son las tres de la mañana, casi las cuatro, y estamos dirigiéndonos a la habitación del hotel.
Dejo a Emma sobre su cama y Hailey se encarga de Lidia. Cuando terminamos, se deja caer sobre el colchón y se pasa una mano por la frente.
Parece que esta noche nos tocó ser las amigas responsables y sobrias.
—Menos mal no bebiste, no quería hacerme cargo yo sola.
Río con su comentario al tiempo que me quito los tacones y me dejo caer sobre la cama.
—¿Te irás a dormir? —interrogo.
—Sí. Podría morir del cansancio que tengo —dice mientras termina de quitarse el maquillaje—. Buenas noches.
—Buenas noches, descansa.
Me pongo de pie y rebusco en mi maleta mi pijama. Me quito la ropa, me cambio, me quito el maquillaje y finalmente, me dejo caer sobre el colchón. Necesitaba dormir.
Al día siguiente, nos despertamos por la mañana y desayunamos en la cafetería del hotel al aire libre. Salimos a recorrer la ciudad, las tiendas y los restaurantes. Mientras los demás caminan y David empieza con sus bromas, me pongo del lado de Francesco y dejo que me rodee con el brazo mientras caminamos.
Nos detenemos frente a una tienda en la que Emma y Hailey entran para ver unas gafas de sol.
—Edward te llega a ver abrazándola así y te quita los dientes de un puñetazo, tengan cuidado con la prensa. Se puede malinterpretar todo —dice David.
Reímos.
—No seas ridículo, todos saben que Fran es mi amigo.
—Exacto —concuerda Francesco antes de mirarme—. No nos cuentas nada de tu matrimonio.
—Ellos son especiales y privados —Se burla David, Lidia ríe y los miro mal a ambos—. Bueno, ¿no nos vas a decir nada?
—Estamos bien y estoy feliz.
—Eso es lo importante —Lidia sonríe.
Emma y Hailey salen de la tienda con unas bolsas y seguimos con nuestro recorrido por la ciudad. Recorremos el centro, parques, calles y cafeterías. Por la noche, salimos a cenar a un restaurante que Lidia recomendó.
—¿Les gusta? —indaga mi amiga apenas tomamos asiento en uno de los lugares que nos asignaron—. Les dije que era perfecto.
—No está nada mal —admito.
Los demás terminan dándole la razón, incluso David, el que no quería venir aquí. La camarera se acerca a tomarnos el pedido, opto por unos tacos rellenos de carne con verduras, se cargan una buena pinta y se me hace agua la boca con tan solo imaginarlos.
Cenamos, la pasamos bien y decidimos pedir unos postres. Llegamos al hotel alrededor de las once. Nos instalamos en nuestras habitaciones, Hailey va a darse una ducha mientras que Emma, Lidia y yo nos cambiamos de ropa para dormir.
—Este día fue increíble —comenta Emma mientras se recuesta sobre su cama.
—Realmente lo fue. —Lidia le da la razón.
Me recuesto con cuidado sobre mi cama y recuerdo que no logré comunicarme con Edward pese a que lo llamé. Solo espero que no se sienta mal.
Me uno a la conversación de mis amigas y hablamos de lo que haremos mañana, lo probable es que vayamos a un casino por la noche. Hailey sale del baño a los pocos minutos y también se une a la conversación mientras cepilla su pelo. Solo nos queda el día de mañana y otro día más, luego nos regresamos a Milán. Si fuera por nosotros, nos quedaríamos mucho más tiempo, pero soy consciente de que todos estamos ocupados. Yo tengo un desfile de modas la semana que viene, Hailey tiene que viajar, Emma tiene trabajo, Francesco también tiene una agenda bastante apretada y David no solo tiene trabajo, sino que también debe viajar para regresar a Estados Unidos.
ESTÁS LEYENDO
Caricias Peligrosas
RomanceLIBRO II • DUOLOGÍA CARICIAS Las emociones que corren por sus venas no se comparan en absoluto con aquello a lo que las personas llaman «amor». Ninguno de los dos creyó que los sentimientos que sienten el uno por el otro serían tan fuertes como pa...