ALIANZAS Y FAMILIA
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Un par de días después...Leanne
Ya me dieron de alta, todo salió bien y William se encuentra en casa con nosotros. Mi parto fue estresante, en especial por lo que sucedió con Brandon. Edward todavía sigue furioso con esa situación, le pregunté qué es de Brandon y no quiso responderme, solo me dijo que estoy a salvo y me aseguró que él jamás volvería a acercarse a mí.
Por ahora, la cuna de William está en nuestra habitación con nosotros. Aun es muy pequeño y consideramos que lo mejor es que duerma aquí con nosotros.
Dejo escapar un suspiro al darme cuenta de que acaba de quedarse dormido en mis brazos. Con cuidado, lo meto en la cuna y logro que no se despierte. Lo cubro con su pequeña manta y aprovecho este tiempo libre para ir a ducharme, dejo la puerta del cuarto de baño abierta por sí las dudas.
Abro la ducha con agua tibia, me despojo la ropa y no espero ni un segundo más para meterme debajo del chorro de agua tibia. Relajante. Es todo lo que necesitaba. El doctor me aconsejó descansar, ya que es necesario hacerlo después del parto, así que trato de aprovechar este tipo de momentos al máximo.
De repente, dos manos que conozco a la perfección se apoderan de mi cintura para atraerme a su cuerpo fornido. Me volteo hacia él para besarlo.
—¿Nos echaste de menos? —interrogo.
—Solo un poco.
—Mentiroso.
Lo abrazo.
—¿Cuánto más voy a tener que esperar? —Toca mis senos.
—No estés desesperado —río—. El doctor dijo que lo mejor es esperar de cuatro a seis semanas. Pero eso no quiere decir que no se puedan hacer otras cosas...
Desciendo mi mano hacia su miembro y me muerdo el labio al sentir lo duro que está.
—Me vas a tener así por cuatro semanas.
—Te aseguro que lo voy a disfrutar mucho.
Lo acaricio de arriba a abajo lentamente.
—Y solo te voy a consentir por hoy —susurro.
Me pongo de rodillas para guiarlo a mi boca. Está tan duro que me excita más de lo que debería y lo recibo con rapidez. Ambos jadeamos, su mano toma mi cabello en un puño para que chupe toda su longitud, toco sus testículos con una mano y la otra la desciendo hacia mi sexo para masturbarme. Lo miro a los ojos mientras relamo su glande antes de llevármelo todo a la boca de golpe, es tan excitante. Nuestros jadeos se oyen por todo el baño, el vapor nos rodea a ambos y acelero el movimiento de mis dedos mientras que Edward empuja la pelvis hacia adelante para que lo tome todo. No dejo de gemir hasta que ambos nos corremos al mismo tiempo y recibo su descarga en mi boca.
—Eso es todo, no pidas más. —Vuelvo a ponerme de pie y me besa.
Después de ducharnos, regresamos a la habitación, nos vestimos y nos acercamos a la cuna de William para verlo.
—Está completamente dormido —susurro—. No te das una idea de lo que me costó hacer que se durmiera.
Una leve sonrisa se adueña de sus labios.
—Tú también deberías irte a dormir.
—Entonces quédate aquí y duerme conmigo. Es tarde como para que vayas a trabajar a tu despacho.
Termino por apagar las luces y nos acostamos en la cama. La oscuridad de la habitación me brinda paz y me acurruco contra mi marido.
—Renuncié a la empresa —suelta.
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Caricias Peligrosas
RomanceLIBRO II • DUOLOGÍA CARICIAS Las emociones que corren por sus venas no se comparan en absoluto con aquello a lo que las personas llaman «amor». Ninguno de los dos creyó que los sentimientos que sienten el uno por el otro serían tan fuertes como pa...