EXTRA N1

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París, 20:30 p.m.

LEANNE

Salir de la pasarela es difícil después de cerrar un desfile tan importante como este.

Enfoco mi mirada en el público antes de darme la vuelta para irme detrás del telón. Al estar detrás de la enorme pasarela, me encuentro con Angelo y Rebecca.

—¡Increíble, amore! —Me abraza este último.

—Gracias.

Le sonrío.

Rebecca abre la boca para argumentar algo, pero se ve interrumpida por el radioteléfono de Angelo, quien nos hace un gesto y procede a alejarse un poco de ambas para poder oír lo que le comunica alguien del staff.

Al quedarnos a solas, Rebecca me mira y se aclara la garganta.

—Te robaste el show —me elogia.

El ambiente se torna tenso a mi parecer. Las cosas con ella no están bien desde hace tiempo y a este punto, no pretendo arreglarlas. Si hay algo que aprendí es que no hay que mezclar los negocios con la amistad o el amor.

—¿Todo en orden? —le pregunta Rebecca a Angelo.

Este se encoge de hombros.

—Nada extraño. Al parecer, un hombre intentó colarse en los camerinos de las modelos.

—¿Un hombre? —farfullo, él asiente—. ¿Lograron atraparlo? Podría ser peligroso.

—Por supuesto que sí. —Mira la hora en su muñeca—. Deberías ir a cambiarte.

—Eso mismo haré.

Me retiro para dejarlos y me escabullo en los pasillos. Las luces apenas alumbran la estancia y mis tacones resuenan contra la cerámica brillante con cada paso que doy hacia adelante.

Una vez frente a mi puerta, tomo el pomo de la puerta entre mis manos y me preparo para entrar, sin embargo, alguien me intercepta acorralándome contra la pared.

Una mano me calla para ahogar mi grito. Es en ese entonces que logro detallar sus facciones gracias a la luz.

«Edward».

Esbozo una sonrisa.

—Con que tú eres el sospechoso sujeto que trató de colarse en los camerinos de las modelos...

—Tal vez.

—Entonces... ¿A quién buscas tanto?

Juego con la tela de su corbata y me toma por el mentón para mirarle a sus ojos azules.

—A una de las modelos, la que está loca.

Arqueo una ceja.

—¿Buscas a Chelsea?

—A esa misma.

Lo empujo y me vuelve a acercar a él, esta vez uniendo nuestras bocas en un beso candente. Puedo sentir su lengua paseándose por mi boca con ligereza y, en medio de cada beso, terminamos dentro del camerino. Me acorrala contra la puerta y le pongo el pestillo para evitar interrupciones.

—Me extrañas cada vez que estoy lejos... —jadeo sobre su boca.

—Ni un poco.

Me alza en brazos para llevarme contra el tocador, sus manos tiran de la tela de mi lencería. La tela roja brilla y se resplandece contra la luz de la habitación.

—Mía.

Su boca vuelve a apoderarse de la mía y le desabotono la camisa mientras baja las tiras de mi sostén. Esta vez, desciende hasta mis senos y dejo que juegue con ellos a su antojo. Empieza a quitarme las bragas y el trazo de sus dedos que asciende hacia mi sexo me enloquece.

Caricias PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora