El agua del río estaba fría y su corriente era capaz de arrastrar a un hombre adulto un largo trecho. Incluso bajo el cuerpo de un inmenso lobo, a Park Jimin le resultaba difícil mantenerse estable, con la cara y la espalda por encima de la superficie para que tanto él como el niño que llevaba pudieran respirar.
Si no fuera por el denso pelaje plateado que lo recubría, el chico estaría temblando tanto como la pequeña que había salvado.
Hubo un instante en el que Jimin simplemente se desesperó. Rezó en silencio por la aparición de alguna balsa u objeto flotante que le sirviera de apoyo, pues sus patas no podían aguantar la lucha eternamente, y las rocas río abajo tampoco parecían muy amigables.
Al final, sus oraciones llegaron realmente a alguien.
La naturaleza que le rodeaba lo identificó y escuchó su llamada. Los espíritus terrestres murmuraron en susurros melódicos, haciendo cosquillas a los oídos del omega. Un instante después, el brote de un árbol atravesó el fondo del río y adquirió un tamaño gigantesco a una velocidad absurda. El pálido tronco creció y cortó el lecho acuoso por la mitad. Las ramas se levantaron llenas de brotes rojos y florecieron como un jardín en primavera.
Park Jimin no tuvo que hacer nada, pues cuando abrió los ojos, ya estaba en la cima del gran árbol, como un pájaro en su nido protector.
Con su cuerpo aún lleno de adrenalina, su respiración tardó unos instantes en volver a su ritmo normal.
Jadeando, el chico se dio cuenta de que, involuntariamente, había empezado a respirar como un perro, sacando la lengua y abriendo mucho la mandíbula
Que curioso, pensó.
Jimin se habría concentrado un poco más en esta y otras nuevas peculiaridades que adquirió con el cuerpo canino, si el pequeño niño que tenía a su espalda no estuviera llorando y aferrándose desesperadamente a él.
—Oye... está bien, te he salvado. No te dejaré caer al agua. —dijo el omega, con su voz sobrenatural.
Transmitió una calma y una confianza tan grandes que el niño redujo su llanto a un pequeño sollozo.
—Bien. ¡Sólo tengo que encontrar la manera de volver a tierra firme!
Mientras pensaba en ello, Jimin se dio cuenta de que en el puente y alrededor de él se agolpaban decenas y decenas de ciudadanos de Adaman, mirándole con asombro e inclinando sus cuerpos en señal de reverencia.
Tratando de ignorar tanta atención -porque se sentía demasiado extraño recibirla-, el omega se concentró en las voces de los espíritus que seguían cantando en sus oídos.
Con las mariposas revolviéndose en su estómago, porque hablar con criaturas mágicas era todavía algo bastante absurdo para Jimin, pidió a los espíritus que crearan un puente hasta la orilla del río.
Su oración trascendió y se elevó a través del viento, llegando al lecho y hundiéndose en el agua hasta tocar el suelo acuático. Un segundo después, empezaron a surgir brotes parecidos a los del gran árbol, que fueron ganando tamaño y anchura.
—¡Sí! ¡Haha! ¡Mira eso!, ¡Soy bastante genial, hombre! —exclamó Jimin, con una mirada de satisfacción. Esto era mucho mejor que subir de nivel en uno de sus videojuegos.
Pero, por desgracia, su excitación llegó demasiado pronto, pues en lugar de formarse un camino ancho y recto que conectara el árbol con tierra firme, los brotes se fundieron en un sendero irregular y bastante estrecho.
Park no estaba seguro de lo bien que podría controlar el cuerpo del lobo, y más aún con un niño pequeño aferrado a su espalda sin medidas de seguridad adicionales. Así que sería arriesgado cruzar así.
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Omega De Plata (Kookmin) [Omegaverse]
FanfictionTRADUCCIÓN AUTORIZADA POR LA AUTORA ORIGINAL @K_M_R_Leda •Como un verdadero nerd, fan de los cómics y videojuegos, Park Jimin no sabe qué hacer con su hermana fujoshi. La chica, fascinada por las novelas gay, sueña con unirlo a él con algún chico ta...