33|👑|Almas quebradas

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Océano alrededor de Hayang

Atrapado en un silencio atormentado, Jeon Jungkook observó a su hermano mayor luchando y gruñendo en la arena como un animal que sufre la tortura. Frente al cuerpo tendido de Jung Hoseok, Yoongi estaba perdido en su propia irracionalidad, sufriendo una tormenta de sentimientos y pensamientos incontrolables después de lo que le había hecho al amor de su vida.

Jungkook jadeó al ver que de los ojos de su hermano brotaban lágrimas y que un pozo de tristeza cubría su semblante. Era una reacción humana, la primera que había visto en Yoongi desde el día en que lo encontró muerto en la parte trasera del castillo de Adwan.

Se quedó aún más perplejo cuando se dio cuenta de que el mayor se esforzaba de repente por acercarse a uno de los troncos de árbol rotos por la pelea y coger una afilada vara de madera. Luego continuó luchando, pero esta vez para introducir la punta en su propia garganta. Era una batalla contra su propio cuerpo, contra la bestia que residía en él.

Jeon Jungkook vio que el mundo se detuvo en ese instante. El tiempo ya no existía en su mente, sólo la escena de Yoongi a punto de suicidarse.

Después de eso, su hermano estaría muerto, junto con su maldición. ¿No era eso lo que más querían todos? ¿No fue por eso por lo que ocurrió la pelea en la playa? ¿Para que puedan encontrar un final definitivo a todo eso?

Pero sin darse cuenta, Jungkook volvió a su forma humana y se dirigió por su cuenta hacia Yoongi, entonces sostuvo la vara en su mano.

El jóven Jeon no sabía realmente cómo había llegado a esa situación, simplemente parpadeó y se encontró sosteniendo la mano de su hermano mayor. Sus siguientes palabras, que brotaron en un susurro avergonzado, también salieron sin que el chico lo pensara mucho:

—Jung Hoseok no está muerto. Escucha los latidos de su corazón. —dijo, como en un suspiro, lleno de una solidaridad que no le era extraña, pero que tampoco debería existir en ese momento y mucho menos con esa persona, no después de todo lo que le había hecho.

Petrificado, pero atento, Yoongi miraba fijamente el cuerpo de Hoseok y se permitió escuchar los sonidos a su alrededor. El rítmico latido en el pecho del alquimista hizo que sus manos temblaran y que cayera otro torrente de lágrimas.

Sin embargo, poco después apartó bruscamente el toque de Jungkook y volvió a colocar la vara en su propia garganta. Estaba decidido a empujarla.

—E-en algún momento lo mataré, así como te maté a ti. —dijo tragando con fuerza. —Tengo que hacerlo. —la sangre que he derramado tiene que terminar en mí y por mi propia mano.

Su discurso fue como lanzar el alma de Jungkook por un acantilado. Tragando en seco, el joven parpadeó, ahuyentando unas cuantas lágrimas, e intentó de nuevo sujetar la vara. Yoongi se alejó de un salto, temblando como una convulsión.

—No puedo... no puedo permitir que mi hermano pequeño sea manchado por mis demonios internos. —dijo el rey rubio, el príncipe muerto. Sus ojos dorados eran el sol del más triste amanecer.

"Así que es consciente de lo que puede pasar..." pensó Jungkook, con el pecho roto. "Sabe que si lo mato, heredaré la maldición, así que quiere evitarme eso... y, quizás, otras cosas más", concluyó, sumiéndose en un silencio mortal.

Pero las palabras que Yoongi soltó a continuación fueron lo más bajo para él:

—Lo siento mucho, Jungkook.

Y se preparó para empujar el extremo de madera a su garganta.

Habría sido el final que todos anhelaban y necesitaban urgentemente. La caída de una dinastía fracasada, el resultado de un odio hereditario y una plaga que no pudo ser detenida con simple magia. Con el fin de Min Yoongi, Adaman no tendría más confusiones relacionadas con la realeza, las cosas volverían a la linealidad de antes de que Wang Nara permitiera la existencia de un harén inestable, y todo volvería a ser pacífico.

Omega De Plata (Kookmin) [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora