Capitulo 23

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Jo Cunningham miro el lado vacío de su cama y la embargo una abrumadora sensación de soledad

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Jo Cunningham miro el lado vacío de su cama y la embargo una abrumadora sensación de soledad. ¿Cuantas noches habian sido igual?, despertar completamente sola en la oscura habitación, deseando, al menos, un poco del calor que le provocaba su pareja.
Pensaba que estaba siendo egoísta, entendía perfectamente que en su ámbito laboral había horarios muy estrictos, mas sin embargo, el deseo de tenerla de vuelta era mas fuerte.

Un suspiro profundo salio de ella, como si en el quisiera soltar sus penas. Se puso sus lentes y miro el despertador en su mesita, la seis de la mañana era lo que marcaba. No tenia sueño, ya no, se destapo se levanto de su cama, se puso sus pantuflas y salio de su cuarto. Al abrir la puerta, se encontró con lo que hasta ahora había sido su compañía, la soledad y la oscuridad que opacaban lo que antes era una casa llena de vida y amor.

Dio el primer paso, cerrando la puerta detrás de ella recorrió el oscuro pasillo, el primer lugar que visitaba apenas despertar era el cuarto de su hijo. Siempre le gusto verificar su estado, y el verlo ahí dormido, relajado, alegraba sus mañanas, lamentablemente esta ves no fue así, pues su cuarto estaba vacío, la cama seguía tendida, y las cosas en su lugar, bueno, exceptuando la ropa tirada por doquier. Adolescentes, era lo que pensó cerrando de nuevo la puerta.

Aunque no era lo que quería ver, no se preocupaba, anteriormente le había mencionado que tendría una charla con Ladybug y Chat noir, por lo que su ausencia se podría deber a que la charla se extendió. Pero eso no significaba que se salvaría de su regaño.

Su mañana no comenzó como esperaba. Se fue a la sala para al menos poder abrir las persianas y dejar que la luz del naciente sol opacara, al menos un poco, esa interminable oscuridad. Fue un alivio, al menos cambiaba un poco de esa atmósfera. Ahora se fue rumbo hacia la cocina, encendió la cafetera, y puso algunos panes en la tostadora para iniciar con su desayuno.

También encendió la televisión de la sala en el canal de las noticias, la voz de Nadja Chamack de fondo hacia que al menos no se sintiera tan sola, ¿que tan patética tenia que ser?. Se ajusto su bata, fue a la alacena y de esta saco una bolsa de alimento para gatos, que puso sin mayor dificultad en un pequeño platito de color rosa. Alzo el platito y lo movió un poco.

― Ven pequeña, ¡El desayuno esta listo!. ―llamo dejando el platito en una pequeña esquina donde se encontraban algunos juguetes, como ratones de goma y una pequeña bola de estambre. El sonido de un cascabel resonó, y con el un maullido, doblando la esquina apareció una pequeña gatita de pelaje negro con manchas blancas y ojos azules, con un collar rosado con campana, maullando felizmente hacia la comida― Hola Marietta. ―saludo a la pequeña gatita acariciando su cabeza, recibiendo ronroneos de su parte― Al menos tu estas aquí.

Triste pero cierto, aquella gatita era como una guardiana que velaba por ella en estos días, cosa que agradecía de corazón. Pero no podía mentir, todo era tan... aburrido, estaba tan acostumbrada a su familia, cuidar de su hijo, consentir a su amada, que no tenerlos... era tan extraño. Y tan monótono.

A Ninja For The Fair LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora