Un cambio de promesa

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Una disculpa por la tardanza, se me atravesó un poco de trabajo y no pude continuar, de hecho me faltaron muchos dibu... en fin, ya lo saben. Espero que disfruten este episodio, no soy muy bueno para escribir romance, pero ahí iré afinando los detalles. Saludos.


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14.-Un cambio de promesa

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El cielo permanecía nublado ese día peculiar, las densas formas gaseosas cubrían parcialmente el paso de la luz solar hacia la tierra, el viento agitaba con ligera calma, pero con suficiente presencia como para agitar la capucha que cubría la cabeza y parcialmente el torso de aquella mujer que caminaba cuesta arriba por un trayecto erosionado de rocas y cemento, notablemente dañado por el paso del tiempo. Su respiración era agitada por el extenuante ejercicio de subir aquella montaña, sin embargo para alguien de su edad era impresionante. Eso era lo que pensaba su compañero, un adulto en sus tempranos treintas quien vestía de forma similar a la suya. El sujeto quería actuar con indiferencia, quizás por viejos rencores o alguna situación que quedó solo sepultada en el recuerdo de ambos, pero era notorio que estaba cuidando de que la mujer de edad avanzada no cayera o se tropezara, observando atentamente su caminar desde atrás.

—Hemos estado subiendo por más de media hora ¿estás segura que la demencia no te arrebató ese lugar de la memoria?. —Preguntó con ligero tono de burla el adulto, aunque era evidente para la anciana la molestia e irritación en el tono de voz de aquél que alguna vez cuidó casi como su hijo.

—No podrías recordarlo, eras muy pequeño pero aquí fue donde te conocí por primera vez. —Se limitó a contestar la mujer, puesto que no podía prolongar mucho sus oraciones entre sus respiros cada vez más frecuentes y forzados. —Te sugiero que una vez que estemos ahí te comportes, mi tolerancia se vio afectada una vez que me empapé con la vida en la urbe, pero estas personas son mucho más conservadoras, no dudarán en darte una paliza por ser tan arrogante. —Confesó con una sonrisa ladeada que era interrumpida cada vez que tenía necesidad de tomar más aire.

El camino continuó por algunos minutos más hasta que entre los troncos y las sombras de los árboles pudieron divisar el lugar de su interés, una pequeña conglomeración de edificaciones y casonas con notables cientos de años encima, siendo rodeadas y protegidas cuadradamente por una alta muralla de más de cuatro metros de altura, edificada con roca, mármol y concreto.

—¡Alto ahí, identifíquense!. —Demandó un hombre a la entrada de la puerta de aquél lugar, vestido con ropas similares a las que ambos llevaban, armado con nada más que sus manos.

El psíquico y la mediumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora