04. Jackson

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Diego Ferreira.

Han pasado dos años desde que tomé la decisión de alejarme de Evelyn, pero se sentía como una eternidad.

El primer mes supe cómo manejar la situación, pero con el paso de los días sentía que le faltaba algo a mi vida y eso me deprimía. Llegué a pensar que nunca debí alejarme de ella y que lo mejor que podía hacer, era cuidarla.

Tenía muchas ganas de verla, darle besos, abrazarla y hacer las cosas bien, cómo debí hacerlo desde un principio. La mayor parte de las noches soñaba con ella, éramos felices, pero al despertar volvía a mi cruda y amarga realidad: ella no estaba.

Cuando pasaron cuatro meses decidí buscarla, explicarle todo, pero ella había desaparecido. No iba a la universidad, no estaba trabajando en la clínica y mucho menos estaba en su casa. No sabía en dónde buscarla, mucho menos sabía si estaba bien o mal.

Isabella era su hermana, ella suponía que había salido de viaje para tomar unas vacaciones y relajarse. Alfredo no sabía nada de ella, lo único que me dijo fue que días antes estuvo arreglando unos papeles en la universidad y después la tierra se la comió.

¿Qué había pasado con Evelyn?

Lo único bueno que surgió gracias a su desaparición es que fui muy productivo en estos dos años. Miles de dólares por segundo, más mercancía, más personas involucradas en todo esto y sobretodo, más poder.

Hoy en la mañana salí para resolver un trabajo que tenía pendiente, en realidad Jackson (mi hermano menor) tenía que encargarse, pero siempre estaba evadiendo sus responsabilidades y es algo que nos molesta a todos, excepto a mi padre, él le perdona todo.

Cuando regresé a casa me dirigí al despacho de mi padre, quería hablar conmigo.

—Diego, voy a ser directo —habló con seriedad. Solo le di una mirada—. Me gusta tú forma de trabajar, pero me he dado cuenta de que te hace falta una mujer a tu lado y he pensado que deberías casarte.

Me quedé en silencio, esperaba a que continuara, pero conocía muy bien mi respuesta: no me casaré si no estoy enamorando. Nunca le ha importado.

—Te di mucho tiempo para que conocieras a una mujer y te casarás por tu cuenta, sin embargo, eso no paso. Me toca encargarme de este asunto, te escogeré a una mujer. —Comencé a fruncir el ceño. Me molestaba demasiado cuando quería tomar decisiones por mí—. He pensado que Joselyn Herrera puede ser una buena mujer. Su padre está de acuerdo con que se casen.

Mi padre debe estar loco para que yo me casara con ella. Sabe lo que hizo y no se pone a pensar en eso.

—Julio, te respeto demasiado, pero esto me parece una pendejada —respondí con tranquilidad. Seguido tomé aire—. No me pienso casar con Joselyn. Ella es mi ex novia, te recuerdo que hace seis años me engañó con tres de mis amigos y con mi hermano.

—Diego, hijo, tienes que aprender a olvidar y a perdonar. Eran unos adolescentes que no pensaban, ahora son adultos y son más maduros.

—Papá, ella lo va a seguir haciendo y más cabrón. Ahora sabe usar sus encantos para que los hombres estén a sus pies y le den todo —expliqué con frustración. No era necesario, él la conocía —. ¿Qué cosas no sería capaz de hacer?

—Mira, no me importa si estás de acuerdo o no. He dicho que te casarás con la pelirroja y no se discute —Levantó la voz y me miró. Estaba molesto.

—¿Por qué eres así conmigo? ¿Por qué me exiges mucho? —Pregunté con cansancio—. A mí me tratas como un juguete. Siempre hago lo que quieres e incluso de más. Jackson también es tu hijo y sin embargo, lo dejas que haga y deshaga lo que su puta gana le dé. En sus veintidós años de existencia no ha aportado nada a su familia y solo está por ahí pendejeando o buscando enamorar a las mujeres.

Amores ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora