32. Cumpleaños amenazante

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Diego Ferreira.

Un año más de vida.

—¡Feliz cumpleaños, melocotón! —Evelyn comenta alegremente. En sus manos lleva un pequeño pastel de limón y lo adorna con unas velas doradas «26».—. Que sean muchos años de felicidad y poder. ¡Eres el mejor!

Mi sonrisa se ensanchó. Sé que soy el mejor, me gusta que me lo recuerden, pero ahora me siento demasiado contento.

Apagué las velas. Llevé una cucharada de pastel a mi boca y no pude detenerme hasta que terminé de comer. Evelyn sonreía por mi reacción. Se acercó para abrazarme y llenarme la cara de besos.

—Gracias por el pastel —murmuré—. Siempre me sorprendes con tus pequeños detalles. Eres lo más bonito de mi vida.

Comenzó a acariciar mis manos. El calor que sus dedos transmiten me recuerda que estoy en mi lugar seguro. Me siento agradecido por tenerla a mi lado.

Un nudo se formó en mi garganta. Recuerdo que en la escuela mis compañeros presumían las fiestas que les hacían, mientras que yo mentía diciendo que mi cumpleaños era en las vacaciones de invierno. Sabía que a mis espaldas ellos hablaban de mí, debieron pensar que era pobre, pero comenzaba a pudrirme en dinero.

—Melocotón. —Mis pensamientos se desvanecieron y me concentré en la hermosa mujer que se encontraba a mi lado—. Tengo un regalo para ti.

—Sorpréndeme.

Se levantó de la cama y salió de la habitación. Los gemelos entraron en silencio, pero una sonrisa adornaba su rostro. En sus muñecas llevaban atados unos globos con helio; les entusiasmaba como se movían.

—¡Feliz cumpleaños, papá! —Los dos gritaron al unísono. Se subieron a la cama y se acercaron para abrazarme con amor. Sentía como mi corazón se derretía.

No mencionaron ninguna otra palabra, solo continuaron abrazándome. En ese momento me divertía la situación: el hilo de los globos enredándose entre sus dedos. Les ayudé a que se lo quitaran para evitar un problema.

Evelyn regresó. El entusiasmo no desaparecía de su mirada. Me entregó el regalo con delicadeza y se sentó en la cama; esperaba con ansias que abriera mi regalo. Comencé a retirar el listón para saber de qué se trataba. Mi corazón dio un vuelco. Dos gatos negros, deben tener un mes. Los coloqué en mi pecho y comencé a acariciarlos.

—¡Toda mi vida soñé con tener un gato! —Comenté con entusiasmo—. ¡Gracias!

Los gemelos se acercaron para acariciar a los felinos. Una mirada fue suficiente para saber que se encontraban igual de emocionados que yo. Me gusta lo delicados que son con los animales y estoy seguro que eso lo han heredado de su madre.

—¿Cómo se llamarán?

Silencio. Pensé durante unos segundos, hasta que llegaron los nombres perfectos para mis nuevos bebés.

—Raven y Shadow.

Evelyn cruzó sus brazos, meditaba los nombres que había escogido y finalmente me regaló una sonrisa para demostrar que estaba de acuerdo. Imaginaba lo que pasaba por su mente.

Más tarde.

Una toalla envuelve mi cintura, mientras pienso que debo ponerme hoy. Recordé la camisa morada que mi hermana me regaló un mes atrás. Mi vestimenta seguía siendo negra, solo que por esta ocasión usaba un poco de color.

Abandoné la habitación. La emoción se intensifica cuando comienzo a ver la decoración de la casa. Evelyn se ha tomado el tiempo de adornar cada espacio con globos.

Amores ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora