Diego Ferreira.
Todo es oscuridad.
Mi cuerpo está inmovilizado; lo han hecho tan mal que las cuerdas han comenzado a lastimarme. Cabrones. Busco como desatar los nudos, pero no lo consigo, solamente se me ha irritado la piel y eso se vuelve una sensación insoportable.
—Diego, estúpido bastardo, no esperaba verte en estas condiciones. —Me hierve la sangre al escuchar cómo se burla—. El mundo sabe que eres peligroso; todos te tienen miedo, pero yo no.
—¿Te has animado a salir de tu escondite, animal? —Replico amargamente.
Camacho me ha tomado bruscamente del cabello y el dolor se hace presente en mi cuello. Se deshace de la venda que llevo en mis ojos. Los rayos de luz me encandilan, amenazando con dejarme ciego. Unas lágrimas se me escapan. Tomo aire.
—Hijo de puta —Rechisté. Una mirada furiosa acompañó mis palabras.
—Eres demasiado ingenuo. ¿En serio pensaste que nos reuniríamos para solucionar nuestras diferencias? Eso nunca ocurrirá.
Todo había sido una trampa. Era la única manera de tenerme como su marioneta. Me matará para sacarme del negocio y así ser el único poderoso.
Jamás logrará deshacerse de mí. Me convertiré en el monstruo que atormente sus sueños y frustré cada segundo de su vida. No importa que sea lo último que haga, pero nadie me sacará del juego.
—Esperaba que tu gemela te acompañara; ella es parte de esto. —Camacho se acerca. Invade mi espacio personal, sabe que me molesta—. Todos habríamos disfrutado de su compañía, mientras tú sufres por escuchar sus gritos. Te desesperaría no poder ayudarla.
Mi corazón se detiene un segundo.
Comienzo a mover mi cabeza; estoy calculando mi próximo ataque. Me impulso hacía atrás y seguido le doy un cabezazo en la nariz, causando que empiece a sangrar y se lleve la mano al rostro.
—No vuelvas a mencionar a mi gemela y no se te ocurra ponerle una mano encima, porque te juro que voy a despedazarte.
Camacho comenzó a reírse.
—Trátame como tu marioneta, pero no permitiré que te metas con ningún integrante de mi familia.
Comenzó a caminar hasta alejarse y desaparecer de mi vista. Lleva su mano en la nariz; intenta detener el sangrado que le he provocado, mientras lo escucho murmurar algunas maldiciones.
Me he quedado solo.
Cierro mis ojos y me hundo en mis pensamientos. Busco la manera de controlar mi ansiedad. Me siento desorientado; necesito mis medicamentos.
El infierno apenas comenzaba.
Desperté.
Camacho se encuentra frente a mí, su imponente figura evita que la luz me lastime. Me analiza detenidamente, esperando que reaccione para poder humillarme. Un médico se ha encargado de atender su nariz, lo que lo hace ver aún más patético de lo normal.
Un hombre se acerca. Ha colocado una bandeja de comida sobre mis manos atadas, solo es arroz y un pedazo de pan duro. Me animo a probarlo, pero me arrepiento de inmediato: sabe asqueroso. Un reflejo que tengo es golpear la bandeja, causando que caiga al suelo.
—¡Eres un malagradecido! —Me gritó el cabrón—. Hoy te has quedado sin comer, pendejo.
—No comeré esa basura.
—Mira, princesa, aquí no tenemos preferencia por nadie. —Me tomó del cabello bruscamente. Bufé. ¿Qué obsesión tenían por hacer eso?—. Te comes lo que te ofrecemos y cierras el hocico. Si te quieres morir de hambre es tu problema; nosotros estaremos felices y nos harías un favor.
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Amores Prohibidos
Teen Fiction¿Qué pasaría si te enamoras del jefe de una mafia? Amor • Lujuria • Traición El amor es para todos, no importa la forma en la que giren los retorcidos y diferentes mundos del otro. Evelyn jamás se arrepentirá de conocer a Diego, el amor de su vida...