13. ¡Adiós mentiras, hola karma!

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Diego Ferreira.

El día fue una mierda.

Me alegré de verla, nada estaba bien últimamente, pero había momentos en los que su mirada demostraba alegría. Evelyn sabe cómo tener el control de la situación en la que se encuentra. Ella es una mujer muy fuerte.

No tenía intenciones de tener sexo, solo quería estar con ella, pero el simple hecho de tenerla cerca me hace perder el control. El deseo pudo conmigo. No debía involucrarme con ella, soy un hombre casado y ser infiel no va conmigo. No quiero seguir decepcionado al abuelo.

No esperaba que me dijera aquellas palabras: solo fui placer. La he tratado mal y llegué a buscarla para satisfacer mi deseo. Tal vez en esta ocasión quise hacerlo, necesito calmar mis ganas y olvidarme de aquella frustración que tengo al no tener sexo.

Evelyn tiene sentimientos por mí y me aproveché de eso. Nunca he podido cuidar de su corazón cómo ella lo ha hecho con el mío. Siempre la termino destruyendo y eso me mata. ¿Qué tengo que entender para poder hacerlo?

Horas después tuvimos la conversación de la mafia, solo esperaba verla con miedo, pero eso nunca pasó. Evelyn nunca dejó de ser valiente y enfrentó la situación. Terminé por pensar que le fascinaba la idea de que su hombre fuera un mafioso.

La noche llegó y el frío aire movía las hojas de los árboles. Solo quería dormir y olvidarme de mis problemas. Mañana las cosas serán mejores y el pasado dejará de atormentarme.

Me quedé dormido con facilidad.

Evelyn Zamora.

Desperté.

Me levanté de la cama, fui al baño y después de unos minutos salí de la habitación. En el pasillo me encontré a Denisse, teníamos el mismo destino: ir a ver a su hermano.

Entramos en silencio, pensábamos que seguía durmiendo, pero ya estaba despierto. Se encontraba sentado en la cama, mientras que respondía algunos mensajes. Por el momento nada le preocupa al rey de la mafia.

—Buenos días —Saludamos con una sonrisa. Él nos miró de mala forma, parecía odiarnos.

Luego de unos segundos la puerta se abrió, dejando ver a la pelirroja. Joselyn tenía una mirada ingenua, sabía el problema que le armaría Diego. No había estado con él desde el lunes, que fue el día que le dispararon.

—Buenos días, cariño —saludó con amabilidad. Una falsa sonrisa adornaba sus labios—. ¿Cómo sigues?

Diego se quedó en silencio, tensó su mandíbula y le dio una mala mirada. Últimamente le había dado algo por mirar a todos de esa forma. No sabía si nos odiaba o si le molestaba que lo estuviéramos visitando seguido.

—¡Hasta que te dignas a venir a ver a tu esposo! —Reclamó y lanzó las manos al aire. Estaba molesto—. Me estoy muriendo y tú andas haciendo compras innecesarias. ¿Qué piensas?

—Cariño, no había venido para evitar molestarte. Quería que estuvieras tranquilo —contestó con inocencia. Busca manipularlo para librarse de su ira.

Diego se dedicó a observarla con incredulidad. Después de unos segundos dejo salir una risa burlona, finalmente puso mala cara. No pareció creerle.

Me acerqué para poder revisarlo. Todo estaba de maravilla. Las heridas están sanando sin problema. Estoy segura que en unos días podrá regresar a sus actividades diarias.

—¿Evelyn no te da vergüenza vestirte así? —Joselyn preguntó y me giré para mirarla—. Todos se te quedan mirando. Además, tienes una hija y deberías darle un buen ejemplo.

Amores ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora