Diego Ferreira.
—¡Papá!
Escuchaba a mi hija murmurar, sentía su mano jugando con la mía y pequeñas risas salían de sus labios.
Al abrir los ojos percibí los rayos del sol entrando por la ventana, tuve que meterme bajo las sábanas para evitar quedarme ciego. Un momento después me incorporé lentamente.
—Me despertaron con amor, eh —Proteste en un murmuro y comencé a sobar mis ojos. Dejé salir una risa.
Evelyn caminó hasta la cama, se sentó en la orilla y tomó mis manos.
—Desde hace diez minutos estábamos intentando despertarte, pero no te movías y apenas respirabas.
—No había dormido bien. Me sentía cómodo y entré en coma.
Evelyn se mantuvo en silencio, mientras una sonrisa adornaba sus labios y sus manos jugueteaban con las mías. Me dediqué a observarla; se veía mucho más preciosa de lo que ya era y eso me volvía loco.
—Vamos a desayunar.
—¿Ahora mismo? —Asintió. Un puchero se formó en mis labios—. ¡No quiero levantarme! ¡Quédate conmigo!
—Te quedas sin desayunar, yo no sé.
Se puso de pie, cargo a nuestra hija para bajarla de la cama y dio unos pasos. Antes de que saliera, la tomé del brazo y la hale suavemente.
—Quiero un beso.
—No.
—¡Por favor! ¡Solo uno! ¡Te prometo que me levantaré enseguida!
—No.
—¿Sabes? No voy a rogar por un beso.
La tomé de las muñecas, la acerqué a mí y uní nuestros labios en un corto beso. Cuando nos separamos pude ver cómo sus mejillas tenían un ligero color carmesí y su mirada brillaba.
Evelyn volvió a besarme, sus manos se encontraban en mis mejillas. Segundos después dejé salir una risa y me dediqué a observarla.
—¿Entones no querías?
—¡Déjame! Cambie de opinión! —Se le escapó una risa genuina—. Ahora levántate.
Fue así como finalizó la conversación. Me dio una última mirada para luego salir de la habitación, tomar la mano de nuestra hija (que esperaba afuera) y comenzaron a bajar las escaleras.
Me levanté de la cama, tomé mi celular, baje las escaleras y me dirigí a la cocina. Evelyn preparaba el desayuno. Marisol esperaba en su silla, jugaba con unos muñecos de colores.
—¿Necesitas ayuda?
—No, gracias.
Evelyn estaba cortando fruta, mientras cantaba una canción en volumen bajo. Me acerco, la abrazo por la espalda y la pego a mi cuerpo. Tomó su mano para hacer que suelte el cuchillo y evitar una tragedia.
—Te ves preciosa cuando estás dando la espalda, en especial si es a mí.
—¿Seguro que veías mi espalda?
—No te miento, estaba viendo tu espalda y te imaginé usando un hermoso vestido rojo, dónde pudieras mostrar esa parte de tu cuerpo —dejé un beso en su cuello y recargo su cabeza en mi hombro—. Se volverían locos al ver qué mi esposa es una mujer divina.
El silencio se hizo presente, pero no fue por mucho tiempo. Las risas nerviosas escaparon de mis labios, intentaba contenerlas, pero era complicado. Ella sabía lo que realmente estaba viendo y no sabía cómo mentirle.
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Amores Prohibidos
Novela Juvenil¿Qué pasaría si te enamoras del jefe de una mafia? Amor • Lujuria • Traición El amor es para todos, no importa la forma en la que giren los retorcidos y diferentes mundos del otro. Evelyn jamás se arrepentirá de conocer a Diego, el amor de su vida...