30. Venganza agridulce

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Evelyn Zamora.

07 de marzo, martes.

El día que tanto había esperado llegó.

Joselyn me causó demasiado daño y no se lo perdonaré jamás. El problema se vuelve más grande cuando comienza a envenenar a mi hija con sus palabras, solo con la intención de alejarla de su padre. Ella nos odia demasiado y nunca conoceré su razón.

Me inculcaron que la venganza no es buena. "Nunca será la solución a nuestros problemas, al contrario, solo causará más". El deseo que siento es más grande que mi moralidad.

Desde que me enteré que mi padre me dejó a cargo de la mafia he estado revisando los archivos. Quiero que todo siga funcionando como antes, cuando él disfrutaba de su poder.

—Todo está listo. ¿Vendrá su novio?

—No. Él no sabe nada sobre eso.

Leonardo se quedó en silencio. Sé que comenzó a entender la situación: era más que una simple y absurda venganza. Me tranquilizó ver qué no mencionó nada al respecto. Desde el primer día ha demostrado que puedo confiar en él.

—Terminé los archivos de hoy.

Salimos del despacho. Comenzamos a dirigirnos a la sala y nos encontramos con los gemelos. Diego tenía un libro en sus manos, pero eso no fue impedimento para que recorriera con la mirada a mi acompañante.

Me senté sobre sus piernas. Diego me rodeó con sus brazos y me pegó a su cuerpo. Segundos después empezó a besar mi cuello. Sé lo que quiere lograr al hacer eso.

Me incorporé. Diego entrecerró sus ojos y un pequeño puchero comenzó a formarse en sus labios.

—Te veo más tarde, precioso.

Salimos de casa. Leonardo comenzó a conducir con dirección al lugar donde se encuentra la pelirroja. El día que hablamos sobre mi plan, se encargó de secuestrarla.

Una vez que llegamos caminamos hacia el interior de una bodega.

Me detuve.

—Hola fresita.

—¿Evelyn? ¿Qué quieres? ¿Por qué me tienes secuestrada?

—Pensaba que podríamos reunirnos para tomar un café y reflexionar sobre la vida —contesté sarcásticamente—. Juré que pagarías por todo lo que hiciste; me parece que hoy es el día perfecto.

Joselyn mantiene la calma, pero puedo imaginar que ha estado forcejeando para escapar y al no conseguirlo se ha soltado a llorar. Ella es tan débil, pero se cree la más fuerte.

—Diego se pondrá furioso. —Comenzó a reírse, como si hubiera imaginado la situación—. Él jamás te va a perdonar que me lastimes.

—Maldito hipócrita —Denisse habló, su voz era fría y calmada. Me sobresalté; había olvidado que me estaba acompañando—. Perdonó que hayas intentado asesinar a su mujer. ¿Por qué no perdonaría que haga lo mismo contigo? No eres nadie en su vida y has causado mucho daño.

Un nudo se formó en mi garganta. Me dolieron sus palabras, pero no se había equivocado. Diego sabía que se la pasaba molestándome, hasta llegar al punto dónde sus palabras me lastimaban y sus acciones me hacían desear mi muerte.

Joselyn me recorrió con la mirada. Si no conociera lo ponzoñosa que es, pensaría que es un gesto inocente, pero sé que está buscando una imperfección de la que pueda burlarse.

Los recuerdos comenzaron a invadirme.

—¡Hola bonita!

Remarcó la última palabra y me molestó demasiado. Hoy ha decidido burlarse del "apodo" que usa mi novio.

Amores ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora