Evelyn Zamora.
Enero, 2023.
Las cosas me dolían por unos días y después desaparecían. Se volvía parte de mí, pero con el tiempo aprendí a lidiar con esa tortura. Me hundía, pero volvía a la orilla para recuperarme. Hay una solución para todo.
Nada es para siempre.
Recuperé a mi hija, volvíamos a estar juntas como la primera vez; ella es la alegría de mi corazón. Me dolía pensar que mi mejor amigo era el único que no volvería a ver.
Viernes. Mi día de descanso, pero me dedicaba a hacer pequeñas cosas de la casa para mantenerla en orden. Mi hija se encontraba con su tía y decidí aprovechar. Ella es inteligente, pero su curiosidad es más grande y necesito estar al pendiente de lo que hace.
Regaba las plantas, mientras que los rayos del sol golpeaban ligeramente mi espalda. Escuché un auto estacionarse, no necesitaba girarme para saber de quién se trataba. Diego Escuché sus pasos acercarse; alegre y relajado, cómo lo conocí años atrás.
—Bonita. —Se detuvo a mi lado. En sus manos llevaba un ramo de rosas, me lo entregó con una sonrisa—. Perdón por llegar de sorpresa.
—Están preciosas, gracias. —Las tomé. Me dediqué a observarlas; eran rojas. Siempre escogía las mejores—. Diego, es un detalle muy lindo, pero no te hubieras molestado.
—Bonita, prometí que te daría el mundo entero. —Acarició una de mis mejillas—. Pienso cumplirlo. Pídeme lo que quieras, estoy dispuesto a cumplirlo.
No sé lo que pasó esa noche, tampoco sé si sus terapias le están haciendo bien, pero su actitud cambio de la noche a la mañana, literalmente. Volvió a ser más cálido y sincero. Tengo una pequeña sensación de que el hombre que conocí hace años estaba regresando.
Confiaba en él, pero tenía miedo. Las cosas funcionaban, pero después se iban al carajo.
Nos dirigimos al interior de la casa. Diego se sentó en un sillón, revisaba su celular, pero sus pensamientos parecían ser más importantes. Mientras me encargaba de poner las rosas en un florero con agua y colocarlas al centro de la mesa. ¡Se veían preciosas!
—Necesito hablar contigo.
Me detuve, pude sentir como cada músculo se tensaba. Nada bueno salía cuando lo mencionaba, sus palabras eran tranquilas y cálidas, pero se convertían en dagas que me apuñalaban dolorosamente.
—No tendrás la custodia de la niña.
—Tranquila. Recuerda que los dos nos encargaremos de cuidarla. —Tomé una bocanada aire, intentaba controlar mis pensamientos—. Marisol es nuestra hija y nosotros somos un equipo.
—¿Entonces?
—Quiero que hablemos de nosotros.
Mi corazón se detuvo un segundo. Él no jugaba, era sincero. Lástima que mi respuesta no fue la mejor; desde hace tiempo actuaba a la defensiva.
—No existe un nosotros, nunca existió. —Recordé las ocasiones en las que mencionó que todo era un juego. Dolían como la primera vez—. Tus palabras y tus actos lo dejaron claro.
—Bonita, los dos sabemos que existió. No podemos engañar al corazón.
—Mis lágrimas amenazaban con caer—. Sé que he sido un cabrón y que te he lastimado. Me arrepiento por eso. El tiempo que no hemos estado juntos me sirvió para pensar y darme cuenta de muchas cosas.
—¿A qué quieres llegar?
—Quiero que volvamos a intentarlo. Quiero que tengamos esa relación que tanto deseamos. Quiero hacer las cosas bien, cómo debí hacerlo la primera vez.
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Amores Prohibidos
Genç Kurgu¿Qué pasaría si te enamoras del jefe de una mafia? Amor • Lujuria • Traición El amor es para todos, no importa la forma en la que giren los retorcidos y diferentes mundos del otro. Evelyn jamás se arrepentirá de conocer a Diego, el amor de su vida...