Evelyn Zamora.
Al día siguiente.
Me desperté por el sonido de mi alarma, era hora de levantarme para ir al consultorio y trabajar. Mi hija estaba dormida, así que me levanté con cuidado para no despertarla.
Desperté en una cama que no era la mía y todo se sentía extraño. Estar aquí se volvía así, pero había personas maravillosas y alegraban mi día.
Al terminar de arreglarme bajé para desayunar un poco de fruta picada, tomé mis cosas y salí de la casa con dirección al consultorio. Llegué al lugar, saludé a mi secretaria Vanesa, fui a mi consultorio y comencé a prepararme para la primera consulta.
Mi primer paciente llegaría pronto.
Me gustaba el día sábado porqué era un día más tranquilo, había pocos pacientes y saldría más temprano que en la semana. Tenía tiempo para disfrutar la tarde con mi hija.
Horas después.
Las consultas del día habían terminado, solo me encargaba de enviar unos reportes y sería libre. Denisse había traído a mi hija al consultorio y gracias a eso me ahorró el viaje a su casa.
Estaba escuchando un poco de música para no estresarme, poco después tocaron la puerta, di una respuesta y de inmediato se abrió. Se trataba de Diego.
Vaya, alguien decidió venir a visitarme.
—Evelyn —saludó con una sonrisa. Solo le di una mirada —. ¿Estás ocupada?
Sentía una punzada en el pecho al escucharlo decir mi nombre, pero él tenía ese tono frío y amargo que últimamente lo caracterizaba. Diego no tiene la misma emoción que yo. Quizá nunca la tuvo.
—Hola —saludé con cansancio—. Estoy un poco ocupada. ¿Qué necesitas?
—Quiero hablar contigo de un tema muy importante. —Estaba a punto de protestar—. Sé que pudimos hacerlo en la casa, pero te recuerdo que mi esposa está embarazada y no quiero que se altere por nada.
Me hubiera gustado que me cuidara de esa forma.
Diego tomó aire, entro al consultorio, cerró la puerta y se sentó en la silla que se encontraba frente a mí. Solo deje salir un suspiro.
—¿De qué quieres hablar? —Pregunté. Después de un momento fijé la mirada en la computadora.
—Marisol —fruncí el entrecejo. Apreté mi puño y me prepare para atacar—. Sabes que no me gustan las mentiras en las conversaciones serias. Así que por favor, evítalas.
Me quedé en silencio, asentí y le di una pequeña mirada. Él me dio una sonrisa para que me calmara, pero no sirvió de nada, sentí más estrés.
—Sé que ella es tu hija, pero me gustaría saber: ¿Quién es su padre?
Había llegado el momento de hablar del tema que no quería tocar desde que estaba embarazada. Aunque él no me lo pidiera, sé que tenía que hablar con la verdad, no había opción.
Continúe en silencio, no sabía cómo hacerlo y mientras que las palabras llegaban, terminé mi trabajo, lo envié y apagué la computadora. ¡Terminé!
Ok, es momento de hablar.
—Tú eres su padre —respondí en un murmuro. Me anime a mirarlo—. Marisol es tu hija.
—¿Qué? —Soltó una carcajada—. Evelyn, eso es una completa tontería. Las veces que estuve contigo me cuidé, quería evitar que esto pasara. Estoy seguro que te enredaste con otro hombre y te embarazaste de él. Dices que la niña es mía para quedarte con mi dinero.
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Amores Prohibidos
Teen Fiction¿Qué pasaría si te enamoras del jefe de una mafia? Amor • Lujuria • Traición El amor es para todos, no importa la forma en la que giren los retorcidos y diferentes mundos del otro. Evelyn jamás se arrepentirá de conocer a Diego, el amor de su vida...