Capítulo 14

137 5 0
                                    

AYLA

Habían pasado tres días desde el cuatro de julio. Tres días desde que Elian me dijo lo que sentía por mí. Tres días desde que nos besamos bajo los fuegos artificiales. Tres días desde que nuestra relación se ha intensificado.

Hoy iríamos de acampada todos juntos. Elian pasaría a buscarme en un rato. Llevaba dos mochilas, una grande y otra pequeña. Tan sólo nos quedaríamos dos días.

—Te echaré tanto de menos —mi madre me abrazaba tan fuerte que no me dejaba respirar.

—Mamá, sólo son dos días —me quejé.

—Llámame todos los días —me agarró las mejillas con sus manos.

—Allí no hay cobertura.

—¿Y si os pasa algo? ¿Qué haréis?

—Hija, relájate. Son jóvenes, no les pasará nada —mi abuela la intentó tranquilizar.

—Está bien —me soltó y dejó que abrazara a mi abuela. Después abracé a mi padre. Abrí la puerta y salí por ella—. ¡Cuídate! —exclamó mi madre mientras me alejaba. Elian me esperaba fuera del coche.

—Hola —lo saludé mientras andaba hasta el maletero.

—Hola, ¿quieres que te ayude?

—No, puedo sola —intenté abrir el maletero, pero no lo conseguía. Las manos ocupadas con las mochilas, no ayudaban nada. Estuve dos minutos intentándolo y eso que sólo era el maletero.

—Déjame que te ayude —Elian me quitó la mochila más pesada y con la otra mano, abrió el maletero. Metió las dos mochilas y lo cerró—. ¿Ves que fácil?

—No lo era —me dirigí hasta el lado derecho del coche, pero Elian me frenó, agarrándome por la muñeca.

—¿No me vas a saludar?

—Lo he hecho, antes. Te he dicho hola.

—Así no, así —dijo y me besó. Su mano me agarraba la cintura y su otra mano descansaba sobre mi mejilla. El beso me tomó por sorpresa, pero lo correspondí con mucho gusto—. Mucho mejor así.

Mis mejillas se pusieron rojas. Me metí en el asiento del copiloto lo más rápido que pude, para que él no me viera en ese estado. Por el espejo retrovisor lo vi. Su cabeza estaba echada hacia atrás mientras sonreía y negaba con la cabeza. Rodeó el coche y se sentó, dispuesto a conducir hasta la casa de Abby. Ella y Josh vendrían con nosotros.

Después de recogerlos, sólo nos quedaba llegar hasta la montaña. El camino fue muy ameno. Josh y Abby estaban en su mundo mientras escuchaban música, compartiendo auriculares. Elian y yo, en cambio, estábamos en nuestro mundo, uno muy diferente al de Abby y Josh. Elian no dejó de tocarme la pierna en todo el camino. Su mano acariciaba mi muslo desnudo. Se veía muy atractivo en esa posición. No dejaba de mirar la carretera mientras su mano derecha daba suaves caricias.

Al llegar, buscamos una zona adecuada durante un rato. Montamos las tres tiendas que habíamos traído y luego, llegaron los demás.

—¿Cómo vamos a dormir? —preguntó Louis, sentándose en el suelo.

—He pensado que sería buena idea que Logan, Elian, Ayla y yo durmiéramos en una —opinó Amber. Elian y yo nos miramos y asentimos.

Bajo el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora