Capítulo 20

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AYLA

Había madrugado para ir de compras con Abby. Nos encontrábamos desayunando en una cafetería que nos encantaba. Necesitaba un café para ser persona. Abby había insistido en que comiera algo, pero el día anterior por la noche me había llenado tanto que no podía más.

Fuimos a diferentes tiendas. Comprando varias cosas de decoración. Globos, velas, cañones de confetti, colgantes decorativos... Un montón de cosas. Íbamos muy cargadas.

Abby me obligó a ir de compras. Decía que lo necesitaba, que hacía mucho tiempo que no iba. Cedí porque ya que estábamos, podíamos ir a ver varias tiendas de ropa.

Después de comprar todo e ir cargadas, Abby y yo llevamos todo a su casa. Decidimos que sería buena idea ir a comer a la playa. Cogimos unas hamburguesas, unas patatas fritas y nos sentamos sobre la arena.

—¿Hoy trabajas?

—Sí —respondí, terminando de masticar—. Entro a trabajar a las dos y media.

—Entonces, en una hora nos despedimos —calculó, con una expresión triste—. ¿No tienes la sensación de que la mañana ha pasado muy rápido?

—Sí. Con buena compañía el tiempo pasa más rápido —dije, llevándome una patata a la boca. Abby sonrió y me abrazó.

Al terminar, recogimos todo y lo tiramos a la basura. Salimos de la playa y nos despedimos. Cada una se iba por un lado diferente.

***

Antes de empezar mi turno, me sonó el teléfono. Tenía un mensaje de Elian.

Elian: ¿Quieres que te vaya a buscar cuando termines de trabajar?

Ayla: Sí. ¿Tienes algún plan?

Elian: Sí, ya lo descubrirás. Espero que te guste.

Ayla: Ahora tengo curiosidad. Bueno, te dejo que tengo que empezar.

Guardé mi móvil en mi pantalón y salí a trabajar. Maddie ya estaba recibiendo a algunos clientes extranjeros. Lo notaba en su acento.

—¿Eran italianos? —pregunté, una vez se acercó a mí.

—Sí. Era demasiado obvio.

—Nada más acercarme, noté que no eran de aquí.

—Además, de que eran muy guapos. No pueden ser de aquí.

—¡Maddie! —exclamé, dándole con un trapo en el brazo—. Mi novio es guapo.

—Tu novio y ya.

—Idiota.

—Aún por encima de que lo llamo guapo —murmuró y puso sus brazos en jarra.

—Sí, pero eso debería gustarle a él.

—Díselo.

—Se lo diré.

***

Mientras trabajábamos empezó a llover. Era de las primeras veces que llovía este verano. Quería llevar a Maddie a casa. No me gustaría que se empapara o que se pusiera enferma. En cuanto llegara Elian, le preguntaría si podemos acercarla hasta su casa.

Bajo el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora