Capítulo 5

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Ultra maratón: 3/4


Fue fácil encontrar la habitación.

Básicamente, porque me encontré con Diya en el pasillo.

—Anda, hola, Hasley —me saludó, sonriendo. Ella iba cargada con una caja de cartón—. ¿Al final te quedas?

—Al parecer sí —le sonreí—. ¿Te ayudo?

—Oh, no hace falta, gracias.

—¿Segura?

—Sí.

—Me ha dicho Jake que compartimos cuarto.

—¿Ah, sí? Pues te va a encantar —me aseguró—. Las chicas son algo pesadas, pero te acabas acostumbrando.

Sonreí. Abrió una puerta y entró por ella. La seguí. Entramos en una especie de salón enorme, lleno de sofás, sillones, mesitas, plantas... ¡Hasta había una tele!

Diya suspiró, dejando la caja en el suelo.

—¡Ashley! —llamó.

—¿Sí?

Se acercó una chica de mi edad, algo gordita, de cabello castaño claro y enormes ojos castaños. Entré sus manos algo regordetas tenía una maceta con una planta.

—¿Qué hemos hablado de las plantitas de las narices? —le preguntó Diya de malas maneras—. ¡Ocupan demasiado espacio, Ashley!

—¿Y qué? Son bonitas.

—Me da igual. Quítalas. Y como hayas puesto en mi sitio, te juro que... —empezó a amenazar, pero una chica de ojos almendrados y dos moños oscuros que pasó detrás de Ashley, con unos auriculares puestos y mirando el móvil, la interrumpió.

—Lo ha hecho.

—¿Qué? —exclamó Diya, mirando furiosa a Ashley.

—¡Emma! —protestó ella—. Chivata.

—Ashley, ya las estás quitando. ¡Ahora mismo!

—Vale, vale, como la señora diga —murmuró Ashley—. Ojalá alguien apreciara la preciosidad de las plantas.

—A mí me gustan —le aseguré.

—Gracias.

Me miró.

—Espera, ¿tú quién eres?

—Soy Hasley, llegué anoche —me presenté.

—¿Eres nueva? No suele haber hadas nuevas.

—En realidad, descubrí anteayer que soy un hada —les dije.

Diya, que se había agachado a quitar macetas, me miró, y Ashley y la chica de antes (Emma), que se había quitado los cascos, también me miraron, sorprendidas.

—¿En serio?

Asentí.

—Vaya.

—Ya, bueno. Vaya es la palabra que más he usado esta semana, creo.

Ashley se presentó. Resulta que era un hada de la tierra. Es decir, hacía que las plantas crecieran y todo eso. Diya era del agua, y Emma del sonido.

Resultaron ser todas muy amables.

—¿Y tú de qué eres? —me preguntó Ashley.

—Pues... no lo sé —admití.

—¿Has echado algo por las manos alguna vez? —me preguntó Emma—. ¿O tienes alguna obsesión con algún elemento de la naturaleza?

Sangre por espinas 【Parte I THFYS】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora