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La juventud siempre había sido signo de inexperiencia e inocencia, aunque eso no estuviera destinado a durar.

Cuando el Tercer Reich se convirtió en la actual personificación de su país, se supone que sería una ardua tarea restaurarlo, levantar la moral de la gente y demás. Confió en el juicio de su nuevo líder, que apenas le informaba de sus planes a futuro.

En ese momento, se lanzó una serie de alianzas con dos países que su jefe consideró beneficiosos, el Imperio japonés y la Italia fascista.

Su jefe le iba informando las cosas que harían solo con días de anticipación, por lo que se sentía desorientado en el nuevo puesto y con sus nuevas labores, Imperio japonés fue un apoyo en ese sentido, al ser ya una nación antigua contaba con más experiencia, lo ayudaba en algunas cosas, creando entre ambos una amistad fuera del trabajo.

Había recibido una carta. Era de su amigo japonés, que lo había dejado un poco preocupado por la seriedad de sus palabras, más serias que de costumbre.

"¡Japón!" El joven alemán no había dudado en hacer un viaje hasta el país nipón, encontrándose en la puerta de la casa del japonés "Recibí tu carta ¿Qué pasó?" Su preocupación era palpable incluso para los menos observadores.

"Entra, Italia está adentro" El rostro del japonés se veía más cansada y preocupada de lo normal, aunque una ligera sonrisa podía observarse, probablemente por la actitud preocupada de Reich.

El más joven no dudó en entrar, buscando con la mirada a su compañero italiano, encontrando a dicha nación arrullando un bultito de mantas bastante inquieto.

"Te presento a mi pequeño Japón." El japonés nuevamente cargaba al pequeño inquieto, enseñándolo con orgullo mal disimulado. "No menciones nada de su nombre, es simplemente adecuado." Dijo en un tono malhumorado, pero que demostraba cierta diversión.

"Muy original sin duda." Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, cambiando rápidamente a la curiosidad al observar con más atención. "Y cómo apareció..." Se acercó a mirarlo con algo de desconfianza. "Esta...cosa."

"Es un niño, no una cosa." Regaño levemente. "Últimamente no me sentí muy bien, me desmaye y lo encontré llorando a mi lado." Lo explico con un rostro serio, aunque algo perturbado.

"Parece una niña." Mencionó a Reich con una leve sonrisa mientras se acercaba al bebé japonés ahora con más confianza. "¡Tiene el rostro de una niña!"

"Es un bebé que no tiene cara de nada aún!" Regañó al italiano, aunque no con verdadera molestia. "¡Es tan adorable!" Había exclamado bastante alegre mientras agarraba las pequeñas manitos del bebé.

¿Verdad? ¡Será un niño muy guapo! El orgulloso padre sonreía viendo a su hijo reaccionar a los adultos con curiosidad.

"Dices eso porque eres su padre." El alemán miró con interés mal disimulado al bebé, bastante intrigado con su existencia. "¿Solo aparecen? Yo pensé que los bebés se creaban de otra forma..." La pregunta, aunque iba bastante en serio, parecía desconcertar a los más adultos.

"Sé que eres joven, pero pensé que sabrías al menos cómo aparece uno de nosotros." El imperio miró con extrañeza a su aliado alemán. "¿Tu padre no te explicó?"

Ante la mención de su padre, Reich se mostró incómodo. "Obviamente no, yo era un niño cuando mi padre murió, él no me explicó nada de esas cosas". Claramente su ánimo había disminuido drásticamente.

"Sólo aparecen de la nada, o bueno es la forma más común de que un país aparece, se cree que pueden aparecer de la forma "tradicional" " Explicó con paciencia el italiano, un tanto inseguro de la información que estaba compartiendo. "No se pudo comprobar que la técnica de los humanos sirva en nosotros, porque hasta el momento todos somos hombres."

Secreto (Nazunist/Resubido/Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora