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Advertencia: Aún mantengo que no habrá exactitud histórica en esto, solo vagas referencias a acontecimientos del mundo real. Por favor, no veas esto como algo que te ayudará a entender hechos históricos, es pura ficción.

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URSS se encontraba en un dilema: ¿entregar al alemán a sus superiores o simplemente reportarlo como muerto?

Third estaba desmayado. En su furia y frustración, no le dio importancia cuando el alemán emitía sonidos de dolor. No fue hasta que ya no pudo soportarlo más y quedó inconsciente.

Cuando el ruso se dio cuenta de esto, el pánico se apoderó de él. Estaba claro que no tendría la voluntad ni la fuerza para matar a su ex-aliado.

Ahora se encontraba indeciso sobre qué hacer. Por un lado, ocultarlo sería traicionar a sus superiores y a su gente. Pero si decidía entregarlo, sentía que estaría traicionando sus propios sentimientos y, por ende, a sí mismo. Esto solo aumentaba la culpa que había estado sintiendo mucho antes de todo ese desastre.

A pesar de que aún conservaba buenos recuerdos con el alemán en su mente, el dolor de la traición seguía fresco y ardiente. Se enojaba consigo mismo por no comprender la complejidad de sus propios sentimientos.

Muchos otros lo habían traicionado antes: simples colegas, amigos e incluso su propio padre. Pero la molestia que sentía en esos momentos no se comparaba con ninguna otra. El pesar que lo invadía cada vez que recordaba lo sucedido con el alemán era abrumador.

El susodicho estaba tendido en un colchón viejo, cubierto con el abrigo de URSS, en una habitación a la que nadie podía entrar. Cumplía la función de ser un depósito de cosas viejas de su padre, junto con simples cachivaches que no podía tirar.

El ruso había decidido curar la herida que le había causado, además de abrigarlo lo mejor que pudo y dejarlo en un lugar donde estaría seguro durante unas cuantas horas.

Probablemente fue el octavo suspiro que salió de su boca en menos de una hora, pero cada vez que veía a su ex-amigo tendido allí, no podía evitar que la angustia y el cansancio se reflejaran en su expresión.

Con más pesar del que quisiera admitir, abandonó la habitación. Debía ocuparse de otras tareas menores antes de que Third despertara. Y realmente no estaba seguro de qué haría cuando llegara ese momento.

Lo único de lo que estaba seguro en ese momento era que Third, sin duda alguna, causaría su destrucción, sea cual fuera la forma en que se presentase.

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Third despertó en un lugar desconocido. No es que su vista pudiera ayudarle a saber su ubicación; de hecho, sus ojos habían decidido permanecer borrosos, como si fuera la ocasión ideal para no tener idea de dónde estaba. Además de eso, su cuerpo se sentía completamente adolorido, casi podría decirse que un tanque le había pasado por encima, aunque eso implicaría que probablemente estaría muerto. A pesar de ser una nación, hay cosas con las que su cuerpo no puede lidiar.

Intentó levantarse, pero como se había planteado anteriormente, su cuerpo dolía con solo respirar, así que prefirió desistir de maltratar más sus articulaciones y músculos en general. Estaba recostado sobre algo que no era duro pero tampoco suave, tal vez amortiguador, aunque le faltaba una mejor definición en mente. Además, sentía que algo pesado lo abrigaba.

Sus oídos tenían un pitido constante que solo le daba dolor de cabeza; su boca tenía un ligero sabor metálico y su nariz dolía al intentar respirar. Mientras tanto, su mente trataba de organizarse, quizás recordar lo último que le había sucedido. No sorprende decir que no tuvo éxito en esta tarea, lo que solo aumentó la pesadez y el dolor de cabeza.

Secreto (Nazunist/Resubido/Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora