2. La paciencia del rey.

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El rey había golpeado a Rou hasta el punto de que ya no pudiera defenderse. Uno de sus ojos tenía un enorme moretón por un puñetazo que le había dado, sus labios estaban sangrando, su cuello tenía marcas de presión y sus mejillas tenían un color rojizo. Rou no paraba de llorar mientras gritaba que se detenga, podía sentir en su estómago las brutales y punzantes embestidas del rey en su interior.

—Así te gusta, ¿Verdad?— Dijo sonriendo mientras aceleraba las caderas introduciéndose cada vez en lo más profundo de Rou.

—No puedo, ya no aguanto.— Gimió llorando mientras con las pocas fuerzas que tenía apoyaba su mano en los brazos del rey, sentía que se estaba por morir y lo único que quería era que se detuviera. El rey lamió sus lágrimas y continuó violando su cuerpo. No fue hasta que Rou se desmayó que el rey se detuvo.

—Te resistías, pero al final me hacías una cara tan erótica.— Dijo acariciando el rostro de Rou que dormía exhausto y agotado.

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El rey había dejado a Rou dormir junto a él durante toda la noche y al despertar miró a sus lados pero, Rou ya no se encontraba ahí, se levantó y vistió. Caminó alrededor del palacio buscándolo desesperado, hasta que lo vió en el jardín agachado. Se acercó sigiloso por detrás de él y cruzó los brazos mirándolo.

—Rou, ¿Qué haces?— Él se estremeció al escuchar su voz y siguió acariciando a un gato pequeño con más rapidez por los nervios. —Pareces un perro esconiéndote.— Decía eso mientras reía, pero Rou ignoraba la presencia del rey. —¿Te comió la lengua el ratón?— Insistía hablando, pero era como si estuviera hablándole a la pared. Eso hizo que se enojara, así que lo agarró de los pelos tirando su cabeza hacia atrás. Rou ya no podía evitar su mirada, podía ver cómo su rostro reflejaba su ira al ser ignorado. —¿Seguirás haciéndote el difícil?— Dijo apretando más fuerte su cabello.

—¡Ay! Perdón su majestad.— Sostenía las manos del rey para que lo soltara, pero él no reaccionaba. Solo se le quedaba viendo fijamente

—Rou, eres hermoso.— Dijo mientras miraba cada detalle en el rostro malherido de Rou.

Al rey le encantaba las expresiones que Rou hacía cuando sentía dolor, verlo le daba una gran satisfacción. Se acercó más y dejó un beso en los labios de él, sonrió mirándolo y viendo la sorpresa de Rou comenzó a reír.

—Éste gatito... Lo encontré aquí, debe estar hambriento. Iré a traerle agua y comida.— Dijo apartándose y escapando de él.

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Pasaron los días y sin darse cuenta ya habían pasado meses, los días de Rou se repetían siempre en la misma rutina. Veía al rey teniendo sexo con otras mujeres o lo obligaba a tener sexo con él. Se levantaba cada día con un dolor distinto en partes de su cuerpo y alimentaba al gatito que adoptó.

—Rou, en estos días veo que comes poco, sin embargo estás gordo.— Decía el rey acariciando el cabello suave y oscuro de Rou.

—No tengo mucha hambre su majestad.— Contestó acariciando al gatito.

—Tienes que comer, ven, abre la boca.— Intentaba alcanzar los labios de Rou con una cuchara de plata cargada de sopa.

Rou lo mira y responde serio: —Dije que no tengo hambre.

La cara del rey cambia totalmente, bruscamente agarra el mentón de Rou y le mete a fuerza la cuchara haciendo que éste se ahogue. "¡Cof, cof!" Tosía fuerte intentando pasar el dolor del roce de la cuchara en su garganta.

—Intento ser amable contigo, pero siempre me obligas a hacer cosas que no quiero.— El rey besa los labios de éste y lo empieza a desnudar, Rou sin darse cuenta hace una fuerte arcada y vomita encima de él. "Buahg... ¡Cof, cof!" —¡Ahg! maldición Rou, ¿Te doy asco?— Exclama el rey intentando no tocar su vómito.

—Usted me da más que asco, su majestad me repugna, de tan solo ver su asqueroso rostro mis ojos se caerían.— Dijo desafiante mientras limpiaba sus labios, cuando ¡PAF! una bofetada hace que su rostro se gire.

—Haces que me enoje mucho. Eres el único que me saca de mis casillas fácilmente.

Ése día fue arrastrado a una violación más, el rey que siempre sonreía, y trataba bien a sus súbdito, es una imágen que les hizo creer a todos, realmente es un monstruo, no, él es el propio diablo en forma de hombre. Rou se preguntaba si llegaría el final a todo ése infierno que tenía que pasar. 

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