10. Lágrimas de felicidad.

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Ambos jóvenes decidieron al día siguiente volver a encontrarse en el jardín donde siempre se reunían. Llegando Rou al lugar cargando en sus brazos a la pequeña gata, se sentó en el pasto y atisbaba cada movimiento de las aves posadas en una rama que sobresalía de un gran árbol, dando un gran sombreado. El joven pensaba en qué tan lejos podría llegar a lo largo de su vida, ¿Podría volar tan alto como un ave? ¿Un Halcón? O solo sería una desafortunada ave pequeña, que agoniza en el piso pidiendo ayuda.
Su gran concentración en su futuro lo cegó de lo que rodeaba su entorno. Salió de su sueño estando despierto, al sentir una mano deslizarse por su frente.
  
—¿Estás bien?— La voz que traía tranquilidad a su mente había llegado.

—Clear, ¿Por Qué te tardaste tanto?— Sin esperar más, el joven de cabellos claros se sentó rendido a su lado. Rou podía escuchar su respiración agitada, su pecho inhalar y exhalar con dificultad el aire, sus piernas estaban temblorosas y lo único que faltaba era escuchar el latido de su corazón bombear sangre a mil.

—Lamento hacerte esperar, se presentó una urgencia.— El muchacho rebuscó algo en una bolsa de tela que cargaba, de allí sacó una jugosa y brillante fruta. —Manzanas, traje manzanas para ti. Noté que comes muchas manzanas y pensé en traerte como un regalo de cita. Rou sonrió y llevó su mano hacia su mejilla. ¿Había corrido por eso? El sudor en su rostro era muy notable. —Me gustan mucho las manzanas, pero me gustas mucho más lo sorpréndete que llegas a ser, me gustas tú.— Él solo sonrió al escuchar las románticas palabras que Rou decía. Alzó su mano y la llevó a la cabeza de él.  —También me gusta mucho el señor Rou. ¿No quieres casarte conmigo?

—No veo el anillo, así que aún no lo acepto.— Levemente giró su cabeza hacia el lado contrario de Clear y cruzó sus brazos.

—Te alimentaré con muchas manzanas.

—¡Acepto!

Se apresuró a decir Rou y al voltear su cabeza rápido, los rostros de ambos quedaron demasiado cerca. Sus ojos no podían dejar de mirarse, hasta que esas miradas se deslizaron a sus labios. Clear con dificultad tragó saliva y lentamente se acercó más a él. —¿Puedo besarte?— Preguntó Clear acariciando la mejilla rosada de él. Rou asintió con la cabeza sin decir ni una palabra y cerró los ojos esperando con ansias ése beso, pero el beso nunca llegó a sus labios, fueron dirigidos a su mejilla. Abrió sus ojos para encontrarse al joven de cabellos dorados con el brillo apagado en sus ojos y una lágrima recorriendo desde su pómulo hasta su mentón. Para luego caer y desaparecer entre los pastos y morir en la oscura tierra.

—Clear, ¿Qué sucede? ¿Por qué estás llorando?

—Tú eres una persona muy especial, eres mí persona especial. Y no puedo creer por todo lo que tienes que pasar, mientras que yo no puedo hacer nada. Soy un inútil.

Rou se iluminó, saber que alguien de verdad sentía algo por él hacía que su estómago sienta mariposas, se dejó cegar por él ignorando las probabilidades de que ambos corren un enorme riesgo. —Te amo. — Fueron las únicas palabras que soltó Rou mientras acariciaba las mejillas de Clear y limpiaba sus lágrimas.
Clear al oírlo inevitablemente abre sus ojos e inmediatamente estos se llenan de alegría.

—¿Qué has dicho?

—Dije, ¿Que te amo?

—También te amo.— Sonríe Clear para dejar un beso en los labios de Rou.

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—Clear. ¿Crees que en esta vida, podremos estar juntos? Algo así como en una familia.— Pregunta Rou vagamente.

—Sí, lo haremos.— Rou dudó de sus palabras, pero decidió tener esperanza. Algún día, él podría vivir con Clear y su bebé en una casa. Solo los tres.

—¿Crees que sea varón o nena?

—Creo que será un bebé llorón.
  
—No digas eso, será tranquilo.

—Ya veremos.— Ríe y acaricia su panza. —Estoy más que seguro de que será sano. Es lo único que importa, ¿Verdad?— Rou sonrió y lo abrazó entusiasmado.

—Quiero estar contigo para toda mí vida.
     

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