11. Señor Rou, ¿algo te preocupa?

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Ambos se despidieron, Clear se fue y momentos después Rou se levantó y caminó hacia dentro del palacio, caminando por el pasillo con su cabeza baja chocó su frente contra los pechos de alguien, al levantar su mirada se encontró con el rostro del rey. —Rou, al fin te encontré cariño. ¿Qué te he dicho de pasar fuera? Me preocupa no tenerte en mí campo de visión.— Sostuvo su cintura y sonrió acercando su rostro al de él.  
   
—Solo caminaba.— Habló bajo evitando su mirada.

—¿Te pasó algo? ¿Al bebé? Si algo sucede sabes que me lo tienes que decir.— Rou negó con la cabeza, mientras él lo sostenía del mentón y buscaba su mirada.

—No es nada, seguiré caminando.—

El rey lo miró confundido e intranquilo.
—Entonces te acompañaré.

—¡Lárgate! ¿No entiendes?— A Rou se le escaparon esas palabras muy exaltados sin poder siquiera notarlo, al darse cuenta sus piernas empezaron a temblar, se detuvo nervioso y levantó su mirada lentamente al rostro del rey. —Mí señor, yo...

Los únicos movimientos que el rey realizó fueron entrelazar sus dedos con los de Rou, y regalarle una sonrisa. —Dejame estar contigo.— Rou asintió con la cabeza y tomados de la mano caminaron por los alrededores del palacio, cruzaron por los inmensos jardines repletos de flores coloridas. Llegaron hasta la reja del inmenso portón que daba hacia el pueblo, todo lo que estaba fuera de los muros parecía tan tranquilo, tan libre y hermoso. —¿Estás bien?— Tocó su hombro mirándolo. Sin decir nada Rou se dió la vuelta y siguió caminando,  hasta que ambos volvieron al palacio en total silencio. Rou pegó un vistazo hacia la guardia y pudo ver a Clear. —Grev.— Llama el rey a su servidor y este se acercó.

—¿Mí señor?— El rey viendo que Rou entró a la habitación se acercó más a Grev y le dejó un mandado. —Algo le pasa a Rou, está así desde el almuerzo. Averigua qué lo tiene así y encargate de que todo lo que quiera se le sirva.— Diciendo eso se volvió para entrar a la habitación. Clear que oyó todo, vió a Grev marcharse, suspiró y apretó fuerte el arma que tenía.
¿Por qué no podía ser él quién cuide de Rou?

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—Rou, ¿Seguro que el bebé está bien?

—Estoy bien, él está bien.— Se sentó frente al ventanal gigante y miraba la forma del pequeño zapatito aún sin terminar.

—Entonces, te dejaré descansar.— Diciendo eso el rey se retiró de la habitación, no antes de dejar un delicado beso en su frente. Rou no reaccionó, no dijo nada, sólo observaba detalladamente el zapatito. Al percatarse que el rey ya no estaba a su alrededor, decidió hablar consigo mismo lo que estaba merodeando y molestando en su cabeza.

—Esto es una mierda, ¿Qué clase de cosa soy? ¿Por dónde saldrá el bebé?— Apretó su panza y se detuvo a mirarla, para luego soltar un largo y profundo suspiro. —Quiero manzanas.— Dejó los pequeños zapatitos sobre el alféizar de la ventana, brillando bajo los rayos del sol que pegaban el vidriero, y salió de su habitación para encontrarse nuevamente con el rostro familiar.

—Señor Rou, ¿Necesita ayuda?— Dijo Clear.

¿Señor? Se preguntó Rou por dentro y no esperó mucho a responder. —Sí, me gustaría que me acompañes.— El joven miró a su compañero, éste le asintió la cabeza y acompañó a Rou por los pasillos del palacio. —Clear, ¿Me llamaste señor? ¿Tengo la cara de un señor?

—Bueno, no, pero el rey les pidió a todos los sirvientes que dejáramos de dirigirte la palabra con tú nombre.

Rou se quedó impresionado, ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Por qué al rey le importaría como los demás lo llamaban?
—¿Qué es lo que estás diciendo?

—Bueno, de ahora en más, no se nos permite hablar contigo de manera irrespetuosa. Debemos utilizar un señor, señorito, joven, etc.— Rou empezó a reírse mientras caminaban juntos.

—Como si eso fuera importante.— En eso un grupo de mujeres de la limpieza se cruzan con ellos, una de ellas cargaba unas mantas en sus brazos, por un descuido tropieza y cae encima de Rou.

—¡Oh! Su majestad, lo siento tanto. Perdóneme.

—¿Su majestad?— Dijo Rou levantando una ceja confundido.

    

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