13. El rey actúa extraño.

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Rou quedó impactado por las palabras del médico. ¿No temía por su vida? ¿No sabía a lo que se enfrentaría si el rey se enteraba? Solo guardó silencio muy pensativo, en los pasillos se escuchó un ruido que lo distrajo, hasta que Clear interrumpe en todo.

—¿Qué has dicho viejo? ¿En qué estás pensando, dándole una propuesta así? No necesita saber lo que es, porque es claro que es un humano con capacidades mucho más grandes, es una persona especial y jamás permitiré que sea usado en experimentos.
  
El médico golpeó la cabeza de Clear, dejándolo aturdido. Luego de un rato ambos estaban muy heridos; comenzaron a golpearse y pararon luego de que Rou gritara que se detuvieran. —¡Por dios! ¿Cuántos años tienen? Miren sus rostros. Esto es una vergüenza caballeros.— Ambos escuchaban sus regaños y sermones  sentados frente a él.

—¿Se tienen tanta confianza como para golpearse así? ¿Ustedes ya se conocían?

—¡No!

—¡No!

Clear y el médico al mismo tiempo negaron las palabras de Rou con mucho enojo.

—Oh. Está bien.— Rou lo pensó bien, y ahora que ambos estaban juntos se notaba lo similares que eran. Su cabello dorado, sus ojos, su piel. Eran idénticos.

—Vamos Rou. El rey se enojará si no estás en la habitación a estas horas.— Lo escoltó hasta la habitación, para pararse y hacer vigía en la puerta nuevamente.
Rou siguió su camino hasta adentro y se dió cuenta que el rey no se encontraba en la habitación, eso lo alivió. No lo iba a reprender por haber llegado tarde, se sentó en la banqueta y sostuvo los pequeños zapatitos para empezar a terminarlo de una vez por todas. Cuando por fin estaban completos, se acostó cansado y se perdió en un profundo sueño.
La puerta de la habitación se abrió lentamente y se acercó la sombra del rey a presenciar la belleza de Rou, indefenso y sereno. La palma de su mano se deslizó por su vientre y dejó un beso en su suave mejilla.

—No permitiré que te vayas de mí lado. No importa que eso implique asesinar a los de tu alrededor o incluso a éste bebé, no será problema, ya que podremos tener muchos más en el futuro.— El rey sostuvo la delicada mano de Rou y la frotó contra su pómulo y mejilla. Luego se fue, dejándolo solo en esa enorme cama.

Despertó Rou al día siguiente, estaba contento y aliviado, la primera vez que amaneció sin que lo primero que vea es el rostro de su majestad. El sol estaba brilloso y sus rayos eran tan fuertes que penetraban las delgadas cortinas del ventanal, se oían los pájaros cantar y la suave brisa mañanera resoplar.

—¿Dónde está el rey?   

Rou sentía que algo no estaba bien, el rey jamás dormía lejos de su habitación.
Unos golpes en su puerta lo interrumpen de sus pensamientos adormilados, era la empleada. Traía su desayuno. —Adelante.
Anunció Rou para recibir a la empleada.
Se llevó una sorpresa porque la joven que traía su desayuno esa mañana no era la misma de siempre, sino la empleada que tropezó con él en el pasillo. ¿Cómo llegó ella ahí?

—Señor, el rey me pidió que hoy especialmente le dé está tarta de manzanas. Dijo que le gustan mucho.— La mujer se quedó a un lado observando cada movimiento de Rou, y al parecer estaba muy atenta.

—Huele bien.— Dijo Rou estando feliz y hambriento. Dió su primera probada y continúo comiendo. La nueva empleada era muy rara, lo miraba mucho y lo hacía sentir incómodo. ¿Era porque estaba embarazado?

—¿Terminó de comer, su majestad?

—Eh, sí.

La empleada juntó todo y luego se fue en total silencio. Rou se levantó despreocupado y sostuvo los zapatitos en su mano.

—Le mostraré a Clear y le preguntaré cómo llamaremos al bebé.— Muy emocionado Rou dió unos pasos y se detuvo al sentir una punzada fuerte en la cabeza lo que le hizo sentir mareado, haciendo que pierda el equilibrio y se sostenga por la pared.
—¿Qué pasa? Todo se está alejando.— Rou cayó al piso cansado y con su respiración agitada, para ver unos pasos alargados de una persona entrando por la puerta.

—Tranquilo, eso no te matará.

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