6. Los actos imperdonables.

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Rou estaba confundido y sorprendido, todo éste tiempo había estado cargando una vida más dentro suyo, pensaba mientras se vestía. Para empezar, ¿Cómo era posible?  mareado por la repentina noticia miró a Clear y se levantó, rápidamente Clear sostuvo su brazo ayudándolo a mantener el equilibrio, él seguía a Rou mirándolo un poco confundido, no era normal escuchar de hombres embarazados. —Clear, iré solo desde aquí.— Sin dejarlo hablar o darle la contraria, Rou se va del lugar apresurado, estaba tan avergonzado por el cuerpo que le tocó llevar en esta vida. Estando frente a la puerta de la habitación del rey tomó el coraje y entró.

—¿Dónde estabas?— Preguntó el rey apresurado apenas viendo su silueta atravesar la puerta.

—Estaba tomando aire fresco, no quería vomitar aquí.— Dijo mirándolo lejos de la cama donde él estaba recostado.

El rey se sienta con sus piernas fuera de la cama y abre sus brazos. —Ven aquí.— Rou se acercó despacio y luego fue forzado a acercarse más por los brazos del rey alrededor de su cintura. —Te amo Rou.

Al escuchar eso Rou sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. —¡Ja!— Exclamó soltando una carcajada sarcástica —¿En serio crees que esas palabras harán que me enamore de ti? No, al contrario. Lo que dices me causa náuseas, deja de ser tan repugnante.

—¿Te estás burlando? ¿Volviste a encontrarte con ése hombre?— El rey que aún mantenía sus manos sobre su cintura, sintió ira al verlo revelarse. —¿Quieres una noche encadenado? Hazlo.— Las palabras del rey retumbaron en la cabeza de Rou, su cuerpo tembló como si fuera dominado y cayó de rodillas frente a él. —Así me gustas mucho más.— Rou sacó el pene del rey frente a su rostro, tragó saliva y abrió la boca metiéndolo lentamente mientras lo envolvía la punta con su lengua, se lo estaba tomando con calma, el rey divirtiéndose sostuvo su cabeza y con fuerza enterró en lo profundo de su garganta su pene, haciendo que Rou se ahogue y empiece a llorar. —Me gustas cuando no hablas y eres obediente. Tal vez debería cortarte la lengua y cada vez que hagas un acto en mí contra romperte un dedo, dos dedos, tres dedos de tus lindas y tiernas manos.— Diciéndolo besa suavemente uno por uno de los dedos de Rou. Él solo lo miraba con la boca totalmente llena, con una mirada de odio. El rey eyaculó en la garganta de Rou, cuando sacó su pene de la boca de éste, Rou vomitó todo mientras apretaba su estómago echado en el suelo. —Vamos a acostarnos.— Tomó a Rou del brazo y lo lanzó a la cama para luego dejar chupones en su cuello.

—Alteza.— Pronunció Rou mirando el techo y con la voz entrecortada, el rey se detuvo y lo observó.

—No me digas que me detenga, porque no lo haré.

—No es eso, antes de desnudarme quiero que apagues el candil.

El rey sonrió y dejó salir de su boca un profundo suspiro. —¿Ahora eres tímido conmigo? Ya lo hemos hecho tantas veces.

—Por Favor, mí cuerpo me avergüenza ahora que ya no soy digno de estar en el palacio. Su majestad está con alguien impuro, con pensamientos sucios y alma pecaminosa.— El rey escuchando las palabras de Rou se levantó y apagó el candil como él se lo había pedido. Volviendo a la cama continúo con sus adversidades. Rou cómo acostumbraba se levantó en medio de la noche y prendió el candil. Allí pudo presenciar a su majestad durmiendo con tanta tranquilidad, se veía tan indefenso así que empuño la espada del rey y la levantó para al fin terminar con la vida que ése hombre no merecía. —Eres de carne y hueso, pero no eres humano.

 

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