Te necesito

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Cerró la puerta detrás de él. Nathalie le había desabotonado la camisa al subir y perdió las manos en la suave piel de su pecho y espalda.

Lentamente dejó caer a Nathalie en su cama. Terminó de quitarse la camisa y la corbata, arrojándose a ambos en algún lugar del suelo. Vio como ella lo miraba con deseo.

Camino a su alrededor, apreciando su belleza. Se sentó detrás de ella, se quitó los zapatos y comenzó a acariciarle los hombros. Nathalie cerró los ojos, disfrutando de su toque. Los dedos de Gabriel dieron paso a sus labios. Comenzó besando suavemente la parte posterior de su cuello y poco a poco sus besos incluían suaves mordiscos que arrancaron un gemido de Nathalie, cada vez.

Su nombre resonó en los labios de su asistente, volviendo loco.

Gabriel la deseaba, la deseaba con todo su ser. Quería conocer y memorizar cada parte de su delicada y perfecta piel. Poco a poco comenzó a quitarle el vestido. Cada beso y cada caricia llena de amor y pasión.

Beso sus piernas mientras le quitaba los tacones. Haciendo que Nathalie gritara de deseo, las mismas piernas que lo tenían loco.

—Ah, Mayura.

—¿Si, mi amor?

No podía negarlo más, era cierto que había hecho ese vestido pensando en ella. Mayura, y todas las partes de ella que quería conocer, acariciar, besar, poseer.

—Te necesito— dijo mirándola a los ojos.

Terminó de quitarle la ropa interior cuando notó el fuego en sus ojos. Se mordió el labio inferior mientras lo miraba a los ojos. Sus manos y labios viajaron por todo su cuerpo y cada parte prohibida de ella, encantados con cada una de sus reacciones.

Esto fue infinitamente mejor de lo que Nathalie podría haber imaginado. Ciertamente no sabía que iba a pasar mañana, pero en este momento, no le importaba un carajo. Y bajo este pensamiento, se dedicó a complacer todos los caprichos de su cuerpo. Tiro a Gabriel a un lado y lo montó, beso cada parte del cuerpo de su jefe como si fuera la última vez como si lo necesitara para respirar. Se tomó su tiempo para quitarle toda la ropa hasta que no quedó nada más que piel desnuda debajo de ella, debajo de sus labios. Su perfecto cuerpo tonificado.

—Entonces tómame.— le susurro al oído.

Nunca nada había sido tan emocionante para Gabriel. Las cosas que Nathalie le hizo eran completamente nuevas y él las amaba. Sabía que nunca podría vivir sin esto, sin ella. SIn la forma perfecta de su cuerpo, cada caricia, cada beso, el sabor de su piel. La forma en que se paró fue imponente, seductora y maravillosa a horcajadas sobre él. No podía soportar esto más.

Tomando sus labios entre los suyos, la colocó debajo de él. Él la besó suavemente mientras la tomaba por primera vez. Nathalie gimio como nunca, su mente estaba más allá de las nubes.

—Te amo, Nath.

Nathalie le clavó las uñas en la piel de la espalda, gritó más fuerte su nombre. Ahora se pertenecían el uno al otro. Si algo los había separado alguna vez, se desvaneció en ese preciso segundo. Eran uno, cuerpo y alma.

—No tanto como yo te amo a ti, Gabriel.

Instintos MaternalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora