Y el te ama

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Habían pasado 30 minutos. Gabriel estaba en su teléfono limpiando su agenda para el día. Quería estar allí con su hijo.

Nathalie estaba a su lado, con las piernas cruzadas mirando al suelo. Perdida en sus propios pensamientos.

"¿Cómo no viste eso antes? ¡Deberías haberlo sabido! Si tan solo lo hubieras traído aquí antes...No, todavía hay que operar la apendicitis, no había nada que pudieras hacer. Pero si tan solo..."

-- Oye. -- Gabriel interrumpió sus pensamientos.

Nathalie lo miro. —Lo siento, señor.— dijo ella. —Debería haberlo sabido, debería haber hecho más.

—No Nathalie, hiciste suficiente, siempre te estaré agradecido por esto.

—No fui suficientemente rápido. Podría haberlo traído después de la esgrima, no habría tenido ese dolor tan terrible...Yo... podría— Nathalie no pudo terminar la frase. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas haciéndole imposible decir una palabra.

Gabriel tomó a su asistente entre sus brazos. Nathalie le rodeó el cuello con los brazos y lloró. Se quedaron así por lo que pareció una eternidad, Nathalie lloró en el cuello de su jefe. Él solo le acarició el pelo y la espalda.

—Escúchame— dijo tomando el rostro de Nathalie entre sus manos y quitando los anteojos. —Hiciste lo correcto, no eres responsable de esto. Por favor, deja de llorar, no puedo verte así.

Ver a su asistente así, vulnerable, llorando en sus brazos le provocó una extraña sensación. Sintió que quería llorar lo mismo. Pero sobre todo sentía que estaba dispuesto a darlo todo solo para evitar que sus lágrimas cayeran. Le dolía verla llorar así.

Nathalie dejó de llorar, de vez en cuando sollozaba.

—Pensé que estabas enfadado— dijo ella.

—¿Enfadado? ¡No! Estoy preocupado, no enfadado. -- respondió. Seco las lagrimas que Nathalie aún tenía en las mejillas. —Toma— le entrego un pañuelo.

—Gracias.— sollozó ella. —Es que, no se que haría si le pasara algo.

—Lo se, yo tambien. — dijo Gabriel. —Ven aquí.

Se apoyó en el respaldo del sofá y tiró de Nathalie hacia su pecho.

Nathalie lo abrazó y apoyó la cabeza en su hombro.

—Lo amo mucho, Gabriel.

—Y te amo. Trata de descansar un poco, me quedaré despierto.

Nathalie no dijo nada, la verdad es que no quería dormir, pero el calor del cuerpo de Gabriel y el sonido de los latidos de su corazón la acunaron para dormir.

Abrió los ojos y miró a Gabriel que también estaba dormido, con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá. Como anhelaba que sucediera algo así, simplemente no era la situación que imaginaba.

Gabriel abrió los ojos y la miró fijamente. Nathalie no se movió ni un centímetro. Su cara estaba tan cerca que podía sentir su aliento. Gabriel miró fijamente sus labios. Estaban inclinados hacia adelante cuando...

—Señor Agreste. -- interrumpió el Dr.Laurent.

Ambos adultos se pudieron de pie de inmediato.

—La cirugía fue un éxito, Adrien está bien. Le quitamos el apéndice, sin complicaciones. Ahora está descansando y recuperándose de la anestesia. Lo llevaremos a su habitación en aproximadamente una hora.

Instintos MaternalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora