˖⸙̭❛╰► capítulo tres

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Mis ojos estaban completamente concentrados en la habitación

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Mis ojos estaban completamente concentrados en la habitación. Era más espaciosa de lo que he imaginado. El ambiente está impregnado de un estilo rústico en tonos negros, y los muebles se acoplaban perfectamente a la estética del lugar. Grandes y largas cortinas negras adornaban las ventanas, mientras que los sillones eran de un gris oscuro, colocados estratégicamente en el centro del salón. Al fondo, a la derecha, hay una oficina.

Realmente, era un lugar hermoso. Podía notar que el psicólogo tenía un excelente gusto por la decoración. No todos lograban crear una ambientación tan bella en su propio despacho. Mientras admiraba el entorno, me di cuenta de la realidad al escuchar el sonido de la puerta cerrándose. Giré mi cabeza para mirar por encima de mi hombro y vi al psicólogo caminando hacia donde yo estaba. Aproveché ese momento en el que está ocupado caminando para examinarlo con la mirada. Vestía un pantalón negro formal, con una camisa de un color azul claro metida dentro de los pantalones. Sus zapatos eran formales y de color negro. Las mangas de su camisa están arremangadas, y su cabello castaño caía ligeramente sobre su frente, formando un pequeño flequillo que parecía crear un pequeño corazón en el centro.

—Siéntate donde te sientas más cómoda.

—Emh...—respondí, indecisa.

—Podemos sentarnos aquí—señaló los sillones del centro—, o podemos ir a ese sillón, donde tú puedes acostarte y yo me sentaré en el otro.

—Bueno... Supongo que ese está bien.

—Entonces, vayamos allí.—dijo, y comencé a caminar hacia el sillón al que se había referido.

Cuando me senté, él ocupó el sillón del centro, moviendo su mano para indicarme que me acostara, ya que esa era la dinámica de la sesión. Al hacerlo, me sentí extremadamente incómoda. Era tan evidente que el hombre se dio cuenta, e incluso las flores en la mesa parecían percatarse de mi incomodidad. Me removí en mi asiento varias veces, hasta que finalmente me senté en una posición intermedia, dejando mi rostro frente al suyo de manera incómoda.

—Acomódate todo lo que necesites, Min Jun. Lo último que quiero es que te sientas incómoda conmigo. Puedes relajarte, tomarte tu tiempo y comenzamos.—me aseguró.

—Hmm. Estoy bien.—respondí, tratando de aparentar calma, aunque en realidad seguía sintiéndome inquieta.

—De acuerdo, permíteme presentarme. Soy Bang Chan y seré tu psicólogo a partir de ahora. ¿Hay algún problema en que sea hombre? ¿Te incomoda de alguna manera continuar con las sesiones?

—N-no, en realidad no.

—Perfecto. Entonces, ¿cómo estás hoy?

—Viva. Supongo...

—Oh—rio levemente ante mi ironía—, pero me refería a tu estado emocional. ¿Cómo te sientes? ¿Bien? ¿Mal? ¿Feliz?

—Estoy bien.

—Entonces, ¿puedes decirme por qué has venido a las sesiones? Por supuesto, si te sientes cómoda compartiéndolo.

—No vine por mi propia voluntad.

—Puedo entender que los padres se preocupen por sus hijos y quieran asegurarse de que estén bien, por eso acuden a nosotros.

—Hmh.

Levanté las cejas con desinterés, sin dirigirle la mirada en ningún momento. Mis luceros permanecían fijos en el suelo, y mis manos se habían unido repentinamente.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo que no puedas hacerlo con tus padres?

—¿Por qué le contaría mis problemas a un desconocido?—contraataqué.

—Supongo que tienes un punto válido—contestó Chan, dejando la libreta que tenía entre sus manos sobre una mesa de vidrio cercana—. Déjame presentarme primero, y luego tú puedes hacer lo mismo. Podemos seguir ese proceso hasta que te sientas lo suficientemente cómoda conmigo para hablar sobre las cosas que te incomodan. ¿Te parece?

Sesiones de éxtasis (+18) ; b. chan ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora