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Ken había enfermado, tuvo vomito y mareos durante todo el día, su piel estaba demasiado pálida y sus labios estaban secos. Pero no quería molestar a su jefe ni a nadie de ahí, por lo que simplemente trataba de ocultar su malestar y dejarlo pasar. Tal vez pasaría pronto.

Entró a la habitación y ahí estaba Big acostado, leyendo un libro que parecía ser "las ventajas de ser invisible"

Cerró la puerta y recargó en su brazo en un mueble que estaba cerca, tocando su cabeza, le dolía intensamente. Cuando de pronto, no aguanto más, cayendo al suelo arrastrando un jarrón de vidrio provocando un fuerte ruido que alarmó a Big.

El mayor se levantó inmediatamente, gritando el nombre de Ken corriendo hacía él.

El menor perdió la consciencia por unos 10 segundos, cuando abrió los ojos completamente aturdido vió que Big lo tenía entre sus brazos y que tenía su mano en su rostro para tratar de checar su temperatura. Había sido una mierda con él y aún así ahí estaba él.

Estoy bien, déjame. - pidió, tratando ésta vez de rechazarlo "amablemente".

No, no digas nada. Déjame ayudarte, levántate. - respondió.

Big...

Levántate. - Ken no pudo negarse y entonces hizo caso, trato de levantarse pero su debilidad era mucha, le dolía todo.

Big no tuvo otra opción y entonces lo cargó, al final de cuentas solo eran unos metros de distancia.
Lo acostó y comenzó a desabrochar su camisa para poder hacer que se refrescara, cuando de pronto Ken agarró su mano, dando a entender que se detuviera.

Te estoy ayudando porque lo necesitas, sé lo que vas a decir. Pero estás mal y no puedo dejarte así. - Ken se rindió y solo dejó que Big hiciera lo suyo. - ¿Qué te pasó?

No lo sé, tengo ganas de vomitar.

Ken, haz bajado de peso. - dijo el mayor cuando termino de quitarle la camisa y pudo ver como su cuerpo había cambido drásticamente. - ¿estás comiendo bien? - el menor asintió.

Es obvio que no - continuó hablando Big. - te ves pálido y ojeroso, ¿qué tienes?

No tengo nada, estoy perfectamente bien. - respondió el menor despreocupado.

Ken, por favor... Espérame aquí.

El mayor se levantó y salió de la habitación, minutos después regresó con una botella de agua y algunos medicamentos.

En estos momentos ya es tarde para que comas y además estás en mal estado, pero toma algo de agua y tómate estás pastillas, ¿entendido? - Ken asintió.

Big abrió la botella de agua y también se encargó de sacar las pastillas de su empaque, dándoselas en la boca al menor para facilitarle todo.

Con esto te vas a sentir mejor por ahora, pero a a partir de mañana tienes que comer. Si sigues así tendrás que ir al médico. - comentó el mayor.

Gracias... - respondió y el otro chico asintió. Para luego dejarlo solo e irse a su cama.






Al día siguiente para Ken las nauseas habían desaparecido, pero no se hacía tonto, sabía perfectamente que la razón de eso es que no había estado comiendo durante casi dos semanas. Ayer por fin pudo descansar un poco, tener esa interacción con el mayor le había alegrado un poco su mal día y pudo dormir después de tanto.



Ahora mismo, se encontraban en la sala de juntas. Había una reunión entre las dos familias, por lo que tenían que estar ahí los subordinados por si algo llegase a suceder ya que últimamente habían bastantes desacuerdos entre la primer y segunda familia.

De pronto, una discusión comenzó, resonando las voces en toda la habitación poniendo a alerta a todos en el lugar. El primer disparo se escuchó, el cual fue de Kun al cielo solamente para amenazar y asustar a quienes se encontraban ahí. Todos se apuntaron unos a otros.

Kun volteó a ver a Ken con burla ya que éste cínicamente se puso de lado de la familia principal, quería matarlo.
Pero sabía que disparar y matarlo no iba a ayudar en nada, iba a morir y ya nadie recordaría que él era quien estaba traicionándolos.
Por  lo que apuntó hacía Big, quien estaba aproximadamente a un metro de distancia de Ken.

¿Disparaba o no disparaba? Ahí el dilema, no tenía pensado decir en este momento lo de Ken, no tenía pensado delatarlo. Simplemente diría que lastimó a Big como una "advertencia" y así que también Ken por fin entendiera que no era un maldito chiste.




Ken no supo que hacer, sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo pero no iba a dejar asustarse. Tenía que pensar más.

Estaba atento a Kun y a sus próximos movimientos, cuando de pronto vió como estaba a nada de jalar el gatillo. Y lo hizo.

Big cerró los ojos, aceptando su destino y esperando recibir aquel disparo. Pero todo lo que sintió fue unos brazos rodearlo y abrazarlo fuertemente. Sin embargo, el sonido del disparó se escucho en todo el lugar.

Abrió sus ojos lentamente y entonces vió a Ken, quien segundos después cayó al suelo.

Quererte no es tan malo - BigKen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora