Capítulo cuatro.

2.3K 236 92
                                    

Beomgyu abre lentamente sus ojos, sintiéndolos pesados, aún sigue cansado pero la luz del sol que se filtra a través de las cortinas le dice que ya es hora de levantarse. Su mirada se dirige al lado contrario de la cama y una sonrisa torcida aparece en su rostro.

No hay nadie al otro lado de la cama.

Largando un suspiro se siente un tanto patético por haber creído todas las palabras que Yeonjun le había dicho la noche anterior, porque no eran más que eso, palabras totalmente vacías.

Yeonjun había utilzado la carta de palabras dulces para llevárselo a la cama. Una carta que era muy fácil de aplicar y solo los tontos como Beomgyu caían.

Se incorporó en la cama, sentándose con un pequeño destello de esperanza en su pecho que se desvanece en seguida al notar que al rededor de su habitación no hay ninguna prenda del muchacho. Mordisquea sus labios intentando aguantar las ganas de largarse a llorar mientras su mente le repite lo tonto qué es.

No podía evitar sentirse triste, se sentía tan patético. Lo habían engañado desde que comenzó su noviazgo, casi un año, y su único remedio para lidiar con ello tras enterarse fue acostarse con la persona con la cual le habían engañado. Era un idiota, seguramente para Yeonjun también fue un simple jueguito para sacarse la bronca, o solamente quería follar y Beomgyu se veía demasiado fácil.

Antes de terminar por hundirse en su nube gris de pensamientos un fuerte estruendo lo sacó de está misma, asustandolo en el proceso. El ruido seguramente provenía de la cocina.

Su corazón dio un vuelco al imaginar que Yeonjun estaría allí, pero se obligó a si mismo a no darse falsas ilusiones. Había muchas cosas que podrían haber ocasionado aquél ruido, y una de ellas era el adorable gato de su vecina que solía colarse a su departamento por la puerta del balcón que Beomgyu olvidaba cerrar con frecuencia.

Se levantó de la cómoda, se dirigió al armario, del cual sacó una camiseta holgada y unas bermudas. Se las colocó a las apuradas y al terminar salió de su habitación, encaminandose hacía la cocina. Pensándolo bien, le vendría increíble la compañía del felino ahora mismo.

Estando a mitad del pasillo, el minino apareció en este, corriendo hacía Beomgyu. Aún sintiendo una pequeña punzada en el pecho se agachó cuando el felino pidió básicamente que lo alzará y le diera atención.

- ¿Otra vez tú? Se nota que te encanta despertarme los sábados por la mañana -habló sólo, ya que después de todo el pequeño animal no lo entendía. Acarició su cabecita peluda sonriendo levemente cuando el minino comenzó a ronronear.

- Lo siento, lo vi en la cocina y creí que no tocaría nada, pero cuando me voltee tiró algunas cosas al suelo.

La respiración de Beomgyu se entrecorto, sus manos temblaron contra el minino quien decidió trepar en busca de más mimos por parte del azabache. Beomgyu levantó la mirada mientras tomaba mejor al gato entre sus brazos.

Allí, frente a él, estaba Yeonjun, mirándole con una sonrisa un tanto apenada. Beomgyu parpadeó, no creyendo que era real, no creyendo que estaba ahí, ¿Acaso no se había ido?

- Estás... estás aquí -balbuceo sin pensar mucho en sus palabras, su ritmo cardíaco acelerado.

- Claro -respondió con una sonrisa plasmada en el rostro-. ¿Pensaste que me había ido? -un poco avergonzado, el menor asintió-. Nop~. No sería justo, ayer alardee sobre mis habilidades en la cocina y hoy me levanté pensando que la mejor manera de mostrartelas era cocinandote algo delicioso ¡Sería un desayuno sorpresa! -dijo, sonando feliz. Su mirada cayó en el pequeño gato que Beomgyu seguía sosteniendo y sus hombros cayeron-. Aunque bueno... cierto amiguito ha arruinado mis planes, no te importa esperar, ¿Verdad?

Our Boyfriend » YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora