Capítulo 5

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En aquel garaje cerrado, Eunbi se sintió aún más confinada. Hizo ademán de abrir la puerta, pero él le puso la mano en el antebrazo. Una sensación de pánico tan fuerte como la que había experimentado un rato antes hirvió en su interior.

Lo que Jungkook no sabía, lo que no podía entender, era que su pánico no era físico, sino emocional. Le gustaba sentir el roce de sus manos, pero su corazón conocía el peligro de permitirle que tomara confianza con ella. Nueve años atrás se había prometido a sí misma que intentaría reparar los daños del único modo que le quedaba. No dejaría que nada ni nadie la hiciera apartarse de ese camino que había elegido.

Había aprendido a aislarse para protegerse, pero Jungkook parecía empeñado en cambiar eso.

Le acarició el brazo. A través del abrigo Eunbi notó la fuerza seductora de su mano, la ternura contenida que a tantas mujeres habría cautivado.

Al igual que le estaba pasando a ella.

—Preferiría que dejaras de tocarme —le dijo con voz temblorosa.

El piloto de la luz del garaje se había apagado.

—Espera, que voy a encender la luz.

La repentina luz brillante la deslumbró. Levantó la vista y vio que Jungkook había desechado el cerrojo y había abierto la puerta. Eunbi vio su oportunidad para marcharse y entonces salió del coche.

Al instante, Jungkook estaba a su lado; el consumado caballero, el competidor insistente... no sabía cuál. Sacó del coche el cartón de pollo y los platos de papel, todo ello sin soltarle el codo. Hecho eso, la condujo al interior de la vivienda.

Accedieron a un comedor informal. Jungkook dejó la comida sobre una mesa de fórmica color caramelo rodeada de sillas de cuero color crema. Él fue a quitarle el abrigo y ella no tuvo más remedio que quitárselo. Lo dejó sobre un respaldo y se quitó la cazadora. No le quitó ojo en todo el tiempo, dejándola nerviosa e incierta.

Para escapar a su mirada penetrante, dio una vuelta por la planta baja de la casa. Aunque tenía buen gusto, Eunbi notó que la decoración no parecía importarle mucho. No había ni fotos ni adornos. Todo estaba limpio y ordenado. El hogar perfecto para un soltero. Eunbi se volvió con una sonrisa en los labios.

—Tu casa es preciosa.

Jungkook puso los brazos en jarras.

—¿Qué prefieres, comer primero y hablar después o al contrario?

—Comer. Estoy muerta de hambre.

Jungkook sonrió.

—Vamos. Puedes ayudarme a preparar unas cosas en la cocina —abrió la puerta de la nevera y se asomó—. ¿Qué te apetece beber? ¿Vino, refresco de cola, leche, zumo...?

—Me encantaría tomarme un refresco de cola.

—Los platos están en el armario, por si quieres ir sacándolos — le indicó—. El mantel está en el cajón ese de ahí —colocó primero un vaso y luego el otro bajo el dispensador de hielo del frigorífico—. ¿Entonces a qué te dedicas, Eunbi? Aparte de perseguir a bomberos y de organizar este tipo de asuntos benéficos.

Eunbi tuvo que ponerse de puntillas para llegar al estante.

—Soy encargada de compras de una de las tiendas de ropa del centro comercial... —en ese momento sonó el teléfono; Jungkook y ella se miraron y después al teléfono de la pared.

Treat Her Right - EUNKOOK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora