Capítulo 14

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Jungkook esperó a oír el ruido del agua en las cañerías para dar un puñetazo a la pared, hiriéndose los nudillos para liberar algo de su rabia. No recordaba haber sentido tanta indignación. Todo lo que había ocurrido desde que la había conocido tenía de pronto un significado nuevo. Y eso le hizo sentir dolor.

Deseó poder volver atrás y cambiar muchos de los momentos que había pasado con ella; momentos en los que se había mostrado demasiado insistente. Momentos en los que había quedado claro que solo quería acostarse con ella, cuando en realidad quería mucho más.

Pensando en lo que Eunbi probablemente habría sufrido, en lo que sabía que sentía a juzgar por su reacción mientras se lo contaba, sintió náuseas.

Por lo que ella le había contado, Jungkook estaba seguro de que el padre de Eunbi la quería mucho. Pero también era cierto que no debería haberla llevado al hospital. Seguramente lo había hecho con su mejor intención; pero obligarla a pasar por aquella ordalía, a enfrentarse a las acusaciones, solo había conseguido causarle un daño muy grande.

Su padre debería haberla protegido de todo ello, evitando exponerla a aquella situación tan difícil.

Allí en medio de la cocina, mientras luchaba con sus turbulentos pensamientos, Jungkook oyó el suave tintineo de unas campanillas. Alzó la cabeza y escuchó de nuevo. El sonido volvió, esa vez más fuerte con el soplido del viento, y Jungkook fue a la ventana a mirar.

Solo se veía la oscuridad, y Jungkook sintió una preocupación nueva. Eunbi estaba demasiado sola allí, demasiado vulnerable. No tenía a nadie al lado a quien pedir ayuda en caso de necesidad.

Jungkook buscó el interruptor de la luz y finalmente lo encontró junto al fregadero.

Un foco iluminó el patio trasero y un increíble conjunto de campanillas, grandes y pequeñas, de bronce y de madera, coloridas y oscuras. Con cada golpe de viento las campanillas emitían sus suaves notas musicales.

También se fijó que tenía un montón de pajareras y comederos, docenas de ellos, colocados en los árboles y en postes por todas partes.

Jungkook bajó la vista y apagó la luz. Dios, jamás conocería a una mujer como Jung Eunbi. A veces era dura y firme, y otras suave y desconsolada.

De repente Eunbi cerró la ducha, sacando a Jungkook de su ensimismamiento. Corrió a preparar el café. Entonces pensó en lo poco que comía y preparó un sandwich para cada uno. Estaba terminando de cortar los sandwiches en dos cuando apareció ella.

Jungkook levantó la vista y sonrió. Eunbi tenía los ojos hinchados, la nariz roja y los labios ligeramente abultados. Pero el aceite y las manchas de maquillaje habían desaparecido. Se había recogido el pelo con una gran pinza, pero algunos mechones le caían alrededor de la cara y por la nuca.

—Te dije que no tenía hambre.

Jungkook mintió sin vacilar, sin sentirse culpable.

—Pero yo sí, y detesto comer solo. Solo es un sandwich.

Mientras ella estaba a la puerta de la cocina, Jungkook recogió la mesa. Colocó cuidadosamente una montaña de papeles y los trasfirió encima del lavavajillas, la única superficie libre que quedaba en la cocina.

—¿Puedo preguntarte unas cuantas cosas, Eunbi?

Eunbi se preparó como si fuera a caerle encima la Inquisición.

—Sí, por supuesto.

Jungkook notó su expresión. Su sentimiento de culpabilidad era tan grande, que Jungkook pensó que no lo abandonaría tan fácilmente.

Treat Her Right - EUNKOOK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora