—Jungkook —se oyó la voz de Jimin —, siento mucho interrumpir, pero hay al menos una docena de personas buscando a Eunbi, y vendrán para acá si no salís enseguida.—Maldita sea —Jungkook la miró con preocupación—. ¿Eunbi, estás bien? —le preguntó, tremendamente frustrado.
¿Bien? Estaba muerta de vergüenza y débil de lo excitaba que se sentía; además de a punto de descubrir algo verdaderamente maravilloso.
—Sí.
—No pongas esa cara, Eunbi —le soltó, interpretando equivocadamente su expresión de asombro—. Lo que hicimos...
—Jungkook, te estoy oyendo —dijo Jimin—. Todo lo que estás diciendo. Me marcho si me decís qué debo decirle a la gente.
—¡Dame un minuto! —gritó Jungkook sin dejar de mirarla.
—Es lo que te queda antes de que se te eche encima la pandilla.
Jungkook soltó una palabrota y le pidió a Eunbi que no se moviera.
—¿Qué demonios pasa? —le dijo a Jimin después de abrir la puerta.
—Un grupo entero de secretarias de una empresa que hay aquí abajo se ha presentado hace un momento, pero todos los calendarios que tenía Eunbi se han vendido. Algunas personas
se han marchado, pero estas secretarias parecen más tercas. Me temo que están a punto de revolucionarse si no sacas rápidamente más calendarios.Eunbi tragó saliva para ahogar el sinfín de sensaciones placenteras que la aturdían, antes de asomarse a la puerta.
—Ahora mismo salgo —le aseguró—. Si no te importa decirles a todas que estoy preparando más calendarios...
Jimin la miró y desvió la mirada rápidamente. Eunbi se preguntó si resultaba tan obvio. ¿Se habría dado cuenta Jimin de que había estado haciendo el tonto con Jungkook en el momento menos apropiado? ¿Que en lugar de atender a sus obligaciones se había estado dejando toquetear?
Toquetear maravillosamente, todo había que decirlo. Hasta casi perder el conocimiento.
Se puso colorada. Evidentemente, Jimin se había dado cuenta de todo, puesto que se frotó la barbilla y miró hacia el suelo.
—Sí, claro —dijo con nerviosismo—. Se lo diré. Si saben que van a llegar más calendarios, eso os dará unos minutos más.
—Gracias.
—Esto, podría traéroslos —dijo Jimin sin levantar la vista del suelo—. Si quieres decirme dónde están...
—Gracias, pero necesito volver de todos modos.
—De acuerdo —Jimin se volvió—. Iré a aplacar al gentío. Pero no tardéis.
En cuanto se marchó, Jungkook cerró la puerta y miró a Eunbi.
—Ni se te ocurra empezar a sentirte avergonzada —le ordenó.
Eunbi soltó una risotada.
—Jungkook, cualquiera se sentiría avergonzado en una situación como esta. Jimin ha entendido exactamente lo que estábamos haciendo.
—¿Y bien? —Jungkook se encogió de hombros con despreocupación—. Ahora ya sabe que somos seres humanos. ¿Y qué? Él tampoco es un santo.
Eunbi estaba cortada, pero no avergonzada. De no haber sido por la interrupción de Jimin, podrían haber terminado siendo sorprendidos en una situación más comprometedora.
Una cosa la llevó a pensar otra, y Eunbi terminó preguntándose con qué postura habría empezado Jungkook.
Seguramente conocería muchas posturas para poner en práctica en un despacho vacío.Jungkook sonrió de medio lado y se acercó un poco más.
—¿Qué diabluras se le están ocurriendo, señorita Jung?
Eunbi se mordió el labio. ¿Cómo podía haberle leído el pensamiento otra vez?
—Pues cómo habríamos... ya sabes, aquí dentro...
Jungkook se quedó helado, entonces agachó la cabeza, se pasó la mano por el cabello.
—Me estás matando —gimió—. Escucha una cosa. Esta noche, cuando termine esta maldita recepción, te mostraré lo que estás preguntándote.
Eunbi le sonrió, a pesar de que le dio la sensación de que se le cerraba la garganta al oír su promesa. Se dio la vuelta para salir, y entonces pensó en su aspecto. ¿Se darían cuenta todos de lo que había estado haciendo?
—¿Estoy bien?
Jungkook le rozó la mejilla con mano temblorosa.
—Cariño, ninguna mujer podría estar más guapa.
*****
Eunbi continuaba pensando en el elogio de Jungkook cuando salió del despacho y corrió por el pasillo hacia otra puerta. Asumió que Jungkook saldría en breve y le daría tiempo a que buscara más calendarios.
El viento helado le traspasó la americana y la blusa cuando salió al aparcamiento, donde estaba aparcado su coche. Las luces plateadas de las farolas daban a la noche oscura y fría un aspecto fantasmal. Hacía una noche horrible.
Cuando Eunbi entró de nuevo en el edificio, tenía las manos heladas y entumecidas y estaba tiritando de frío. Al abrir la puerta cargada de calendarios, se topó con Jungkook.
—¿Pero qué hacías ahí fuera tú sola?
—¡Qué susto me has dado! Tenía que traer más calendarios.
—Me alegro de haberte asustado. Así no volverás a salir sola de noche.
Eunbi notó que se había puesto la camisa y un chaquetón.
Entonces se abrazó a él y compartió algo de su calor.
—Qué rabia.
Cuando Eunbi lo miró para ver qué pasaba, Jungkook le echó el brazo por los hombros y gimió en señal de protesta.
—Tengo que irme a trabajar.
Se le fue el alma a los pies.
—¿Ahora?
—Desgraciadamente, sí —le frotó el brazo, como queriendo disculparse—. Uno de los supervisores está con gripe. Se tiene que ir a casa y yo voy a terminar su turno.
Eunbi tuvo ganas de llorar. Estaba muy sensible, todo el cuerpo le latía de deseo; estaba demasiado excitada.
—Maldita sea —dijo ella.
Jungkook sonrió.
—Lo sé. Créeme, si tuviera otra elección la tomaría.
Inmediatamente, Eunbi pensó si Jungkook iría a su casa o no cuando terminara el turno. Sabía que lo esperaría con gusto.
Finalmente sentía que estaba lista para dar el gran paso. Esa noche podría ser la noche.
Como siempre, Jungkook le leyó el pensamiento.
—No terminaré hasta la madrugada. Seguramente alrededor de las tres —entonces le agarró la cara, se la subió y la besó; le deslizó la lengua suavemente por la boca, hasta que los temblores de Eunbi desaparecieron y se sintió febril—. Piensa en mí esta noche —le dijo en los labios—. Y mañana te juro que haré que la espera no haya sido en vano.
Con esas palabras tan incitantes, Jungkook se dio la vuelta y salió por la puerta por la que ella acababa de entrar. Entonces Eunbi se quedó temblando de deseo.
De deseo y de algo mucho más fuerte.
ESTÁS LEYENDO
Treat Her Right - EUNKOOK +18
FanfictionElla lo necesitaba por una buena causa... Jung Eunbi tenía que conseguir al bombero Jeon Jungkook; con ese cuerpo, esa seductora sonrisa y su reputación de conquistador vendería miles de calendarios para recaudar fondos. Pero parecía que Jungkook n...