- 🗝️CAPITULO 8 🗝️ -

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Narra Elizabeth

— Sabe usted señor que lo que hace es un delito muy grabé. 

Me levanté de golpe, y al escuchar esa voz todos mis sentidos se alertaron. Creí estar equivocado pero cada que escuchaba la conversación me convencía más.   

— Le doy un minuto para que se largue, y así olvidaré su falta de cordura al espiar mi intimidad.

— su intimidad se volvió mi problema a encontrarse en la entrada de un pueblo que es muy visitado y no creo que quieran encontrase con esta escena.

«¡Están aquí!» las manos me temblaban y todo mi cuerpo se helo. «Mael» él estaba aquí. este encuentro no era casualidad; venían por información, «No tengo nada, mis últimos días se han resumido en coger con Meliodas»

— ¿hace cuánto lleva aquí?    

— lo suficiente, necesito sus documentos y los de la chica.   

«ay nooo» rasque como maniática mi cabeza y busque como estar presentable ante mi capitán. No había nada no tenía ropa solo un mísero tutú «¿Qué hago?» estaba al borde de la desesperación.    

— Miré... — «¿Por qué...? Meliodas desde cuándo era tan dócil» Vi a través de la ventana como Meliodas sacaba sus documentos de la cartera. seguía yo.

— Falta los de la señorita — «,¿y yo que documentos iba a tener?, estaba desnuda técnicamente» Meliodas abrió un poco la puerta del auto y preguntó: — Elizabeth traes tus documentos.    

— No... No tengo nada.— respondí en un hilo de voz mientras cubría mi desnudes y mantenía mi cabeza gacha.   

— En ese casó debe acompañarme la señorita a la estación. — «Que perro» sería tan urgente mi presencia.    

— No lo permitiré. si no quiere ganarse un problema será mejor que se retiré — «y si lo mata» no podía arriesgarme, Meliodas era capaz de cualquier cosa y con su tono frío era más que evidente.   

— Meliodas... Tranquilo yo iré, el oficial solo está hacia su trabajo. — se tragó su rabia y me lanzó una mirada de reproché, creo que no me contradecía porque aún estaba enojado conmigo.     

Vi como abría su camisa y creo que me existe de nuevo al ver ese magnífico torso desnudo; estiró su musculoso brazo y paso la camisa por la ranura de la puerta. Me coloque las bragas, retirando el tutú; la camisa solo cubría lo necesario y los botones amenazaban con estallar.

Con el corazón a más no poder bajé del auto en cámara lenta. Si no lo dije antes lo digo ahora; esos dos son enemigos sin saberlo, no lo digo porque uno pertenece a la mafia y el otro a la milicia lo digo porque Mael es mi pretendiente, él se a encargado de espantar mi ganado en el comando.    

Cerré la puerta al salir y baje la camisa cubriendo un poco mis piernas desnudas, me hice al lado de Meliodas mientras notaba las miradas matadores que lanzaba Mael; sus puños temblaban a sus costados mientras apretaba con fuerza los dientes.

— Vamos Elizabeth — su mano atrapó mi muñeca y me jaló hacia él. Sorprendida no supe cómo reaccionar y quede contra él. — ¿Que haces...?— susurré para los dos.    

— ¡Que te pasa no tienes derecho a tocar a mi mujer así, lo vuelves hacer y te mató! — Meliodas jaló mi otra muñeca y me llevo en unos segundos contra él, me agarró por la cintura de forma posesiva y lanzó una mirada de odió a Mael. «parezco una muñeca de trapo»   

Mael se tragó su rabia y volvió actuar de forma profesional, pero yo aún no respiraba tenía miedo a que ocurriera una desgracia, Mael nunca estuvo de acuerdo en que yo fuera la agente encubierta ya que él quería una relación formal conmigo.

LA STRIPPER || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora