- 🗝️CAPITULO 15🗝️ -

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NARRA MELIODAS 

— Hoy tendrán el placer de ver me a mí, la diosa más codiciada del olimpo, bailar. se me ha considerado la diosa del amor, lo que pocos saben es que... soy diosa del deseo. Ningún hombre se resiste a mi belleza, es tan única e inigualable que todos aquel que me conoce se postra ante mí. Si la lujuria fuera carne seria yo... las llamas que provocó son garrafales y ninguno puede salir de ellas. Póstrense ante mí, porque tienen ante ustedes la diosa Afrodita. 

Juro que con cada palabra que pronunciaba erizaban mi piel,  estaba sofocado y sentía la necesidad de ver a la diosa que hablaba. 

Las luces se encendieron dejando al descubierto a la diosa que bailaba de espalda, con sus manos alzaba sus exótica cabellera cobriza, permitiéndonos observar su maravilloso trasero el cual tenía la diminuta braga dentro de él. Definitivamente no se equivocó al describirse; la lujuria parecía emanar por todo su cuerpo. Sus grandes caderas se movían de un lado al otro con cada toque de la tambora, ondeando el velo que llevaba sobre ella. 

La boca se me seco y el falo en mi pantalón tomo vida. Al parecer si estaba observando a una diosas; diosa que solo me pertenecía a mí. Moviendo sus hombros llevo la mitad de su cuerpo hacia atrás, su cabellera toca el suelo, y sin duda más de una mirada se desvió a sus grandes tetas que quisieron salir del diminuto sostén dorado. <Novatos> presos del deseo nadie noto que sus grandes ojos azules cayeron sobre mí.  

A mi alrededor había más de una boca abierta, todo estaban cautivados, nadie había gritado, ni ofrecido dinero; creo que solo querían observar sin perder detalle de la diosa. Muy inteligente de su parte, <era celoso, no egoísta>, así que dejaría que miraran, al final Elizabeth ya tenía dueño y nadie más que yo tenía el placer de penetrar su deseado coño.  

Volvió a su posición inicial para girarse y mover sus caderas de nuevo, se lanzó de rodillas al suelo abriendo y cerrando sus piernas, luego apoyo sus brazos, tomando una postura de felina. Su cabellera caía a los costados de la cabeza, el sudor recorría su frente, sus labios oscuros jadeaban entre abiertos y su mirada nunca abandonaba la mía. 

Tenía las manos ansiosas, a pesar de que toque su cuerpo anoche verla hoy así; actuando de diosas tenían mi pene ansioso por probar su coño de nuevo. Su baile se había convertido en una tortura, mi falo amenazaba con romper mi pantalón y mi cuerpo parecía estar en el infierno. 

<Si no termina ese baile la cogeré en el escenario> 

Su cadera se movía con mayor intensidad, ya que la tambora así llevaba el ritmo, sus tetas saltaban presas en el sostén y el cabello se pegaba a su sudoroso cuerpo, sin duda todo un espectáculo que me tenía el falo duro <duele>.   

— Lamento ser el portador de malas noticias... pero se acabó el espectáculo.

La manada de delincuentes abucheo pidiendo más de Elizabeth, <Yo no era egoísta> pero tampoco me estaba gustando esto de dejar que vean bailar con poca ropa a mi mujer. 

Todas las diosas que bailaron anteriormente volvieron al escenario, los hombres gritaron y todos estaban atentos al presentador.  — Bueno aquí están las deidades, comencemos la subasta.  

Todo se volvió una lo cura los malnacidos derrochaba el dinero por las stripper, yo solo estaba tranquilo esperando que Ban me diera a Elizabeth.

Yo ofrezco 10 mil dólares.

Yo 15  mil dorares .                                                                                                                                                        

LA STRIPPER || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora