1-Isla

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Isla:


Es imposible saber cuándo tu vida dará una vuelta de tantos grados que te llevan a pensar, a cambiar de opinión o darte cuenta de lo que de verdad quieres. Que de un momento te echas a pensar y dices: no quiero esto, no puedo. Y solo decides escapar, buscas una salida ya sea el único vuelo disponible a donde sea, sin destino exacto, solo por un impulso o ya sea tal cosa que llaman Destino.

Evito las miradas curiosas de las personas en mi entorno, solo quiero llegar para bajar de este avión y olvidar lo horrible que me siento. Siempre me ha gustado viajar de un lugar a otro pero esto no es un capricho más, es necesario al menos por un tiempo, para tener mi propio tiempo sin presiones ni nada más que yo, reviso un par de veces el móvil dentro de mi bolso pero falta poco para que se quede sin batería, y mi problema con el tiempo ha sido mucho que olvide coger el cargador.

Cuando el avión aterriza agradezco en mis adentros por fin estoy lejos, y nadie podrá encontrarme. Tomo un auto que me lleva al pueblo, otra vez en mi vida me siento sola sin conocer a nadie en este pequeño lugar, aunque pudiese que sea bueno que nadie me conozca. Y no puedan mirarme desde la perspectiva de las que me conocen.

Me abro paso entre las personas que me miran como si fuese una loca lo único que puedo hacer es fruncir el ceño, y seguir caminando. Lo único que me faltaba que lloviese, que inesperadas llegan hacer las cosas. Me pongo la mochila de mano en la cabeza cubriéndome de la lluvia, mientras busco donde acampar, me quedo observando entre la lluvia: las casas que todos tienen la misma forma y color, todo parece que fuese sacado de un cuento de hadas, o una novela de época.

Es lo que me parece.

Muchas personas de un lado a otro ¿Será así todo el tiempo?

Busco alojamiento pero todos los hoteles que visito me dicen lo mismo, «Estamos llenos» Zapateo un par de veces por el dolor que siento en mis pies. Los zapatos me están matando. El botones me mira incómoda y me tiende un papelito pequeño que tiene una dirección.

-Ve ahí, esta a las afueras del pueblo puedes conseguir alojamiento allí.

-Gracias. Es usted muy amable..

-Espero ser de ayuda.

Sigo la dirección que dice el papel, termino por quitarme los zapatos parezco una verdadera loca, con el maquillaje corrido: el rímel me corre en la cara, camino por las calles pavimentadas del lugar mientras cae la tarde y aun no llego a la dirección, ando por todos lados hasta que una señora me indica por donde debo ir.

-No, no te mueras por favor, no despierta por favor -le digo a mi móvil que se apaga, lo golpeo para que reaccione pero es en vano ya se ha apagado, doy un pequeño gritito cuando piso las hojas mojadas, ¿donde estoy?

No sé adónde ir, estoy perdida pienso y creo cuando advierto que la oscuridad a mi alrededor es completa, con mi móvil muerto, tengo miedo, decir que tengo miedo es poco, nunca antes me he enfrentado a la naturaleza, camino solo un poco más; me doy cuenta que se ven unas luces a lo lejos, podrá ser mi salvación ya no siento mis piernas y la lluvia no cesa, ya cerca observo que hay pequeñas cabañas de maderas, como la de un cuento de princesas con unos rosales, solo hay un par de cabañas con luces encendidas las otras están a oscuras, reviso el papel de la dirección y si estoy en la correcta, luego el papel se desvanece en mis manos.

Temblando subo las escaleras del porche, tengo mis zapatillas en las manos y del hombro cuelga mi bolso, el peinado perfecto en cual Jane ha trabajado tanto esta arruinado al igual que el maquillaje, ya me imagino a mi misma con la cara negra y demacrada por, la lluvia, toco la puerta un par de veces y nada ya con enojo la golpeo más fuerte.

-Aquí no es el psiquiátrico -me da una mirada rápida, y intenta cerrar la puerta. Meto mi pie, casi sufro un desangro de mi piececito.

-¡No estoy loca! No he caminado todo el bendito día, para que me llamen loca. Y si estoy aquí es por que me dijeron que hallaría hospedaje -grito tan rápido que ahora si parezco una loca, me mira frunciendo el ceño -. Estaba en una fiesta de disfraces.

-No puedo ayudarte.

-¿Por qué no?

Parece que tiene la mirada perdida y no es a mí a quien mira, luego de un rato entrecierra los ojos.

-Todas las cabañas están ocupadas. Y la renta es alta.

¿Que? No estoy para bromas, ya anduve hasta aquí para nada.

-Pagaré lo que sea, no importa, y sabe algo -me alzo un poco para estar a su altura-. Hay un par de cabañas sin ocupaciones.

De la nada cierra la puerta y me hace saltar, no puede ser así eso me he ganado por salir de esa manera.

-No me puedes dejar así, sufriré hipotermia y será su culpa. Estoy muriendo... -grito, golpeo la puerta y las ventanas -. ¡Me muero!

Termino por tumbarme en el porche sin esperanza alguna. Este no puede ser mi peor día, ¿O si? Solo a mi se me ocurre salir de viaje sin ninguna reservación anticipada, mis pies están entumidos y duelen por haber caminado descalza.

Tengo frío y hambre todo el día no comí nada por que tenía tanta presión encima, que estarán pensando de mí, o me odiaran. Solo espero que no, no me gustaría que ellos me odiasen. No de nuevo. Será mi fin, no, no, desecho esos pensamientos pero no del todo ya que mi subconsciente aparece o lo que sea que despierta en mi cabeza.
«Estás acabada» solo me repite, miro mi vestido que con tanto esfuerzo elegí esta hecho añicos.

-¡Ya te odio! Eres un egoísta. Egocéntrico -suspiro-. Grosero...

El destino es egoísta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora