12 - Forest

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Todo parece más que bien sin embargo todo es erróneo desde mi perspectiva, ya no hay nada. Que pueda cambiar, ni intentar. Hay días que desearía que simplemente no avancen por alguna razón que no existe. Estoy frente al cuadro de la sala sin pestañear, pasan casi más de dos horas que estoy aquí mirando el vacío dentro de todo, escucho el sonido de una puerta siendo golpeada, me levanto para ir a ver quien puede ser y solo un chico que viste de cartero frente a la puerta de Isla. La minion de ojos verdes, que siempre viene en las mañanas para ir juntos al trabajo solo esas horas nos vemos por que hace el turno de la noche, y cuando yo salgo ella aún no, es que trabaja todo el tiempo, pero no. Creo ya que dice que se va temprano para no estar sola, «No me gusta estar sola. Es difícil de nuevo acostumbrarme a la soledad y el vacío» siempre lo dice a la hora de ir. Me pregunto quien podría haber mandado algo para ella, abro la puerta y cruzo la calle que nos divide, el joven me mira con alivio de haber encontrado a alguien. Es un gran paquete de cartón.


—¿Se le ofrece algo? —pregunto metiendo mis manos en los bolsillos del vaquero.


—Si, la señorita Isla Hudson ¿Vive aquí?


—Si, solo que ella no se encuentra.


—¿Puedo dejarlo con usted? —vacila—.Pero no hay problema sino.


—Si debería estar bien.


Firmo como recibido y me llevo el paquete a mi casa debo esperar a que regrese para poder dárselo, lo que más me desconcierta es que pesa demasiado ¿Qué puede tener dentro? Siento ganas de abrirlo y decir que ha sido un accidente pero algo me detiene cuando estoy por cortar el sello con una tijera. Pasa media hora y en ningún momento le quito los ojos de encima, no tiene dirección de donde pudo ser enviado,  escucho el sonar de la puerta sólo miro por encima de mi hombro, espero ver una silueta es justo lo que miro en el reflejo de la ventana. Abro la puerta pero para mi sorpresa no es a quién espero.


—Hola vengo por ti. Vamos a casa mamá preparo algo delicioso —observa  el entorno—. ¿Todo bien?


—Sí.


—¿Y esto? —Pregunta estando cerca del paquete—. Es tuyo, quien podría enviarte alg...—no termina de decir,—. ¡Isla Hudson! ¿Por qué tienes un paquete que no es tuyo?


Me mira con desconcierto.


—Ella no está así que el repartidor lo a dejado aquí. —explico tranquilamente, pero sé que algo en ella cambia de forma repentina—. Kins ¿Te sientes bien?


—Si lo estoy, vamos. —sonríe y me coje de la mano sacándome de la casa, caminamos en silencio como siempre, su vestido naranja parece iluminar en la oscuridad, vamos a su casa, sonríe cuando abre la puerta Grayson también esta ahí de pie es él primero en verme y venir a darme un abrazo, da golpecitos en mi espalda.


—Al parecer no solo Isla puede sacarte de tu caparazón de tortuga. —bromea para luego reír, pero a Kinsley se le borra la sonrisa que tenía en el rostro.


—Mala comparación —musita apenas y le entiendo, pasa rozándome al entrar en la cocina. Nos sentamos a la mesa todos juntos Grayson a mi lado izquierdo, Kinsley a mi derecha. No me siento ajusto a pesar de que los conozco bien y que siempre han sido excelentes personas conmigo, la voz de Coraline me saca de aquel mundo a donde me he mudado unos minutos.


—¿La comida está bien? ¿Es de tu agrado? —pregunta con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos se hacen más pequeños conforme y sonríe, es idéntica a Kinsley.


—Si perfecto. —imito la sonrisa de Grayson.


Cuando hubo terminado la cena me despido, solo quiero regresar a casa y estar solo. Kinsley me acompaña afuera no sé como decirle exactamente que le agradezco lo que hizo hoy.



—Tengo que darte las gracias. Aunque me hubiese gustado no molestarlos.


—Sabes bien que te queremos. —me coje la mano—. Mucho.


Nos miramos de un momento, sé que no debe ser así, nunca.


—Me gusta pasar esta fecha so...


—Solo. Lo sé, pero queríamos que fuese especial. —sonríe y no quiero quitarle esa dicha. Se alza un poco para darme un beso en la mejilla, no sé cómo responder sólo me quedo paralizado hasta que vuelvo a verle el rostro, me doy media vuelta para regresar y distingo una persona en la oscuridad que cruza el puente, un farol la ilumina. Me doy uenta que se trata de la minion de ojos verdes, que ya ha cruzado el puente. La sigo pero parece no verme y camina con rapidez, como si no quisiese encontrarse con alguien.


Casi llego a donde ella pero aumenta el paso dejándome muy atrás. Cuando por fin esta cerca dobla a la derecha, advierto que ha llegado a casa, esta subiendo el porche de la cabaña. Voy a hablarle pero entra en ella y rápidamente la cierra. Me quedo esperando que encienda las luces de fuera y no lo hace, pienso que estará cansada pero debo decirle lo del paquete.


Pienso que hubiese pasado si tan solo le hubiese dicho que; no quiero verla todos los días. 

El destino es egoísta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora