21 - Isla

0 0 0
                                    



No lo entiendo, entiendo por que salió de esa forma Jean y yo corrimos detrás de él pero no lo alcanzamos y no tendría por que haber salido así, Jean me dice que no debía seguir corriendo detrás de él por que no ganaría nada, suspiro cansada, mi pecho sube y baja a un ritmo rápido.


—Se ha ido. —informo a Jean cuando me alcanza.


—No entiendo que le pasa, si hace un momento estaba bien y de la nada se marcho. —digo señalando el camino. Él solo se encoge de hombros sin responder.


Jean me lleva a casa, no hemos hablado desde que salimos de la suya pero hay algo que me inquieta y se que él no me va a dar respuesta alguna, lamento todo lo que esta pasando y no quiero que esto afecte la amistad que creo que tenemos, pero necesito una excusa por el cual salió de esa forma. Jean me deja frente a mi casa, se despide de mi con un beso en la mejilla y se va, necesito arreglar una sola cosa antes de irme a dormir.


—¿Egocéntrico? Por favor ábreme. Necesito decirte algo. —golpeo la puerta—. Vamos. ¿Qué pasa? ¡Forest! Abre.


Con la voz un poco apagada le grito por última vez, sé que se escucha el sonido de la chimenea encendida, solo quiero preguntarle que pasa. Me quedo un rato más esperando que abra pero no lo hace. Derrotada bajo las escaleras del porche, me siento como la primera vez que llegué. Solo que esta ocasión no me va abrir. Camino abrazándome a mi misma hasta mi porche donde me siento en una de las escaleras. Me quedo ahí observando la luna desaparecer entre las nubes grises que parecen arroparla por el frío de la noche. ¿Qué seria sin ti Luna? que siempre estás conmigo cuando no puedo más y quiero gritar a los cuatro vientos que me derrumbo. Sé muy bien que complico un poco las cosas y que ni yo puedo con ellas pero a Jean, no, no quiero complicarle la vida solo intento ayudarlo, y eso quiere decir que le tengo un gran aprecio como si fuese el hermano que nunca tuve. Y tal vez por que me falto eso, un cariño de hermano mayor que me riñera cada que hacia algo mal. El sueño me estaba ganando aquí sentada en el porche con las pocas fuerzas que tengo entro en mi casa y solo me tumbo en el sillón junto a la ventana donde se puede apreciar la mitad de la luna aún no cubierta por las nubes.


En el bosque oscuro se puede escuchar pasos detrás de mí, miro hacia atrás, sigo caminando al llegar al borde del pequeño acantilado, la Aurora no está, es como si el cielo estuviese durmiendo y se escuchan de nuevo los pasos, tengo miedo, siento como todos mis bellos de mis brazos se erizan, se escucha como si hubiese alguien dentro del agua. Conozco este miedo que estoy sintiendo ahora, solo deseo que esto sea una pesadilla y que en cualquier momento despierte. Me he pellizcado la mejilla para ver que este es solo que un sueño pero el dolor se siente tan real. Si viene alguien no tengo a donde escapar, miro el fondo del río no es muy alto pero aún así peligroso. Alguien me cubre la boca con fuerza y su aroma inundó mis sentidos.


Me despierto agitada.


—¡Mierda que ha sido eso! —exclamo en voz alta, niego con la cabeza. Me levanto del sillón para ir al baño, en el camino miro mi móvil tirado en el piso con dos llamadas perdidas de Jean ¿se habrá caído por qué lo dejé en vibración? y con las llamadas se cayo, es posible. Hay un mensaje de voz de Jean que dice: “Isla ya vas muy tarde, sabes que hora es. Vamos que tengo muchas mesas por tender,  te espero no tardes.” Miro la hora y él tiene toda la puta razón voy tarde. Me meto en la ducha lo más rápido y dejo caer el agua en mi cuerpo, doy un gritito al sentir el agua fría caer, me visto lo más rapido posible, no me peino, solo uso un poco de labial y sombras en los ojos, me peino en el camino, me digo. Veo una pequeña marquita roja en la mejilla como la de mi sueño.


—¡Mierda no es verdad! —la toco, es real. No me queda mucho tiempo así que cojo mi mochila y cuelgo a la espalda. Y salgo corriendo.


El destino es egoísta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora