17 - Forest

1 0 0
                                    


Las preguntas más difíciles son las primeras en llegar a la mente de una persona para atormentarla en ello, teniendo todas las ganas de descubrir todas las respuestas pero sabiendo en que en algunas no hay respuestas correctas, solo las que son inventadas para no hacer sufrir a los demás.


Sigo buscando una diferencia en el techo de mi habitación y creo haberla encontrado una mancha tan diminuta que apenas y tiene forma alguna, lo buscaba, la encontré ¿Ahora qué? Y aquí otra pregunta sin respuesta, ¿Cómo llego eso ahí? Me pregunto al ver lo alto que esta el techo. La ventana suena de repente, me hace girar la cabeza en esa dirección, la rama que tampoco sé como llegó ahí.



Recuerdo que todavía tengo el paquete de la minion. Me levanto de prisa de la cama para cogerlo entre mis manos y llevárselo, está oscuro por lo tarde que es, solo a mí se me ocurre traerle a estás horas. Golpeo un par de veces la puerta hasta que abre soñolienta.


—Es tuyo, el repartidor lo dejó conmigo. —le digo lo más natural que pueden salir mis palabras. Sus ojos se agrandan dejando ver todo el verde de ellos.


—¿Ya ha llegado? ¿Cuándo?
—Mmm… Humm… —¿cómo le puedo decir que ya hace tiempo?—. Hace días, lo había olvidado entregártelo.


—¡Gracias.! —un nudo se forma en su garganta, lo noto.


—Ya. Buenas noches.


—Buenas noches —cierra la puerta, por su reflejo en la ventana veo que no se ha quitado de ahí.


Regreso a casa y me tumbo en el sofá cerca de la ventana pensando por que ella reaccionó de esa manera. Me quedo con el verde de sus ojos. Para luego dormirme.


Sé que seré muy grosero en preguntarle que es lo que le pasa, nunca antes se había comportado así, y eso me inquieta mucho.


—Es al revés. —digo al ver que colocaba una de las cajas de cerveza de forma equivocada.


—¡Aaah...! —me mira desconcertada y con el cabello rubio desordenado un par de mechones largos se mezclan con su pequeño rostro pálido.


—De está forma. Con el lado hacia riba y el otro así. —explico como lo debe poner y ella sigue con la otra caja, sonríe satisfecha cuando terminamos de acomodarlos.


—Cuéntame algo.  —se sorprende con mi pregunta y no niego que yo también me sorprendí al decirlo, como si las palabras se escapasen de mi boca. Quizá por que quiero investigar lo que pasa con ella.


—¡Tú pidiéndome que te cuente algo! Eso es nuevo. —se queda en silencio.
—Olvi…
Me interrumpe.


—Bien, pero conste que eres la primera persona a quien le hablo de esto. —asiento—. Bueno mejor no, ¿Qué te parece una tregua?
Me quedo pensando en si aceptar o no.


—Vale. —estrecho su mano que me tendió.


Sirvió dos copas de whisky, uno para ella y el otro para ella.


—Iba a casarme. —bebe de la botella. Me quedo en silencio asimilando esas tres palabras, que hicieron sentirme raro, me mira esperando que hable pero no lo hago—. ¿Irónico no?


¿Cómo esas cortas palabras te pueden cambiar? Otra pregunta más y sin respuesta, extrañamente no quierl preguntar más, pero lo más estúpido y raro lo siento en la boca del estómago. No me lo esperaba no quería que fuese eso lo que dijo. Mi corazón golpeaba fuerte dentro de mí.


—Tú turno.


—Mmm mi madre está muerta. Hace años. —¿qué demonios dije? Tal vez por lo tensa de la situación. Coge mis manos entre las suyas.


—Lo siento, de verdad, no me imagino lo que sentiste.


Nadie puede saberlo, no pueden sentir lo que sentí.


Lo peor que le puede pasar a alguien es perder a la persona que lo trago al mundo.

El destino es egoísta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora