38-Forest

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Suspiro derrotado. Vacío. Cansado. Jodido.



No sé cuando ni como empecé con esa rutina pero si sé el porque; correr me ayuda a no pensar me mantiene en otro mundo en el que solo yo: corro y corro tratando de alcanzar algo. Todo, nada. He salido muy temprano por que me vuelvo a sentir como hace meses, no puedo dormir en las noches, tengo pesadillas y prefiero estar despierto que estar tumbado en la cama, con mi cabeza llena de pensamientos que desearía enterrar.



Me he preguntado muchas veces en estos últimos meses: ¿Si aún hay motivos por la cual sigo aquí? ¿Algún día dejaré de sentirme así? ¿Cuándo sabré que he superado todo mi jodido pasado?



Mi respiración se ha acelerado mis pulsaciones ya no parecen mías, de algún modo ya no me siento yo. Llego al final. El agua cristalina parece brillar con unos cuantos rayos de sol, los peces ya no están y los cuarzos, piedras, se han ido al fondo del río. Buscando donde refugiarse de la lluvia que se aproxima. En unos días todo se lo habrá llevado la corriente.


Regreso a casa a paso lento sin dejar de mirar mis manos las líneas de mis venas o cualquier cosa que mantenga ocupado, como si fuese tan fácil. Las cosas más difíciles de la vida es enfrentar la realidad, una realidad que deseamos que sea paralela. Si la vida fuese más simple seria más fácil vivirla, ver el mundo lleno de color sin importar lo que otros piensen sin embargo todo eso son simples sueños de personas que no saben quienes son ni que buscan, si la vida fuese simple la viviría con ganas, sin miedo, solo vivirla, como si nunca fuésemos a morir o a separarse de las personas más importantes.



Cuando llegamos a un lugar distinto pensamos: que empezaremos de nuevo, desde cero. Y que todo será diferente, y, llega el día en que te das cuenta de que nada de lo que creías que seria esa nueva etapa, vuelve, hacer igual solo que sin las mismas personas con otras, pero igual. Sin que puedas hacer nada.



Me poso a su lado y al verme se le escapó una de esas sonrisas que ocupan toda la cara haciendo que sus ojos se vean pequeños. La imité como si fuese lo que más me gusta. Abrí la puerta para que entrase, de alguna manera es la única que aun permanece en mi vida se muy bien que yo no puedo darle lo que ella quiere y duele que sea así.



—¿Te preguntaras que hago tan temprano aquí?



—No te esperaba, pensé… que estarías en el café. —digo.



Me abraza, no me muevo, no la toco. No correspondo a ella.



—¡Estoy tan feliz que me gustaría gritar de tal manera que pensarían que estoy loca.



«Loca» esa palabra en boca de otra suena diferente, muy… diferente.



«No estoy l.o.c.a»



—Me alegra que lo estés — murmuro sin sentir las palabras, no le tomé sabor, simplemente salieron de mis labios. Para decir verdad me hubiese gustado ser más sincero.



—¡Estamos en la competencia de cafeterías del pueblo! —suspira con emoción—. ¿Lo puedes creer? Lo único malo es que el café de las primas de Sara también están en la competencia. Fueron seleccionadas y lo peor es que: la muy idiota de Isla… también es parte.



Al principio me emociono al saber que ellas que han luchado por ese café, están seleccionadas y por otro lado no sé, «Idiota» «Isla» esas palabras que aún no asimilo del todo sean clavado en mí, de alguna manera u otra pero sean ido tan profundo. No la entiendo Kinsley e Isla nunca han cruzado palabras para que ella le diga así. Ni siquiera la conoce como para juzgarla.



—Es bueno, pensé que nunca llegarían a nada. ¿Por qué idiota? ¿Por qué Isla?



—Me cae en la punta del hígado.



—¿Por qué piensas así de ella?  siquiera la conoces. ¿Te has molestado en conocerla? —al menos no como yo, si es que en algún momento he llegado a conocerla.



—¿Nunca has sentido qué con solo mirar a una persona ya te cayo mal? quiero decir que no la soportas y solo deseas qué desaparezca de tu vida. Pues así lo siento yo y la quiero lejos. Hay días que deseo que nunca hubiese llegado aquí o que... se la trague la tierra. Pero no vine aquí hablar de ella.



No respondo.



—Quiero que estés conmigo ese día.



—Kinsley sabes que no me gusta estar rodeado de personas.



—Lo se, pero... Hazlo por mí, si… —vuelve a abrazarme.



Termino cediendo. No por ella, por mí, por Isla.



Tendré la oportunidad de verle aunque sea de lejos.



Aunque duela. Sólo quiero verla, sonreír como un bobo…



El destino es egoísta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora