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Zardy + Valiente!Reader.
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- "¿Nunca te ha asustado nada, [T/n]?".
- "Eh, no". Te encogiste de hombros despreocupadamente, sentada con tu grupo de amigos durante la hora del almuerzo.
Todos acababan de terminar su comida, así que estuvisteis hablando de cualquier cosa que se os ocurriera hasta que llegó la hora de la clase.
Un tema que salió a relucir fue tu valentía, sobre todo cuando se trata de cosas que dan miedo. Claro que eras callada, pero también se te conocía por ser intrépida, incluso por atravesar la casa embrujada del colegio sin inmutarte.
Pero aunque Halloween había pasado hace poco, tus amigos creían que podías asustarte de otra manera.
- "Oye [T/n]...". Uno de ellos finalmente habló, haciendo que volvieras tu atención hacia él. - "¿Sabes de ese campo de maíz embrujado, "El laberinto de Zardy" como lo llaman? Está en medio de la nada". Su sonrisa te hizo sospechar, pero la curiosidad ganó.
- "Sí... sigue...". Asentiste con la cabeza.
- "He oído que la gente ha ido allí a cortar esas flores gigantes... pero algo les acecha, asegurándose de que nunca tengan éxito en su tarea". Susurraron de forma espeluznante los cuentos. - "Se rumorea que un espantapájaros cobra vida cada noche para proteger sus cultivos. Otros monstruos rondan por ahí, pero nadie se ha enfrentado a este tipo y ha vivido para contarlo. Algunos dicen que incluso utiliza a sus víctimas como abono-".
Aunque tus amigos tenían reacciones encontradas sobre esta historia de fantasmas, seguías intrigada por el espantapájaros, que supusiste era "Zardy".
En cuanto terminaron de hablar del tema, te propusieron un reto:
Pasar una noche en el laberinto y comprobar si las leyendas de las cosechas de Zardy eran ciertas.
Decidiste aceptarlo de inmediato, pensando que sería emocionante, con la condición de que te dieran todas las provisiones necesarias para la noche. Se sorprendieron de que aceptaras el reto tan rápidamente.
Pero de nuevo...
Eras ls más valiente entre ellos.
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- "Es sólo una noche...". Te decías a ti misma mientras te acurrucabas en el saco de dormir, consultando tu reloj a medida que pasaban los minutos.
Hasta el momento sólo habías estado aquí unas pocas horas, sin hacer mucho más que vigilar al espantapájaros y comer bocadillos. Pero estabas más aburrida que asustada, en todo caso.
Dormir en un viejo y mohoso granero no fue la razón por la que aceptaste el reto. Querías ver al espantapájaros en carne y hueso, o más bien en heno.
