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Al día siguiente estábamos todos en la sala de tronos a la espera del clan Delani, Alec me explicó que Eleazar antes junto a Carlisle formaba parte de la guardia Vulturi, pero no estaban del todo conforme con el clan así que decidieron irse y empezar el suyo propio, con su propia dieta, así que al igual que los Cullen ellos eran vampiros vegetarianos.
— Bienvenidos sean. — Exclamó Aro al verlos entrar junto a Jane. — Es un placer verlos de nuevo, les presento a Scarlett Swan.
— Mucho gusto. — Les sonreí.
Habían tres chicas rubias, un señor de cabello castaño y una señora que estaba de su mano con el mismo color.
— Él es Eleazar querida, acércate. — Me pidió Aro.
Así lo hizo, me acerqué y él tomó mi mano sonriéndome, cerro un momento sus ojos y después me miró.
— Tienes el don del deseo, puedes desear lo que quieras por 24 horas, tienes que tener mucho cuidado muchas veces dejándonos guiar por nuestras emociones deseamos cosas y bueno, tú tienes la posibilidad de hacerlo realidad.
— Tengo una gran responsabilidad. — Afirme.
— Así es, pero puedes controlarla.
Estuvieron hablando un rato de mi don y como iban las cosas en su territorio, decidieron quedarse unas semanas más para que Eleazar me pudiera ayudar a controlar el don, mi clase con Arturo iba a iniciar tarde así que Alec me escoltaba hasta la biblioteca.
— Tengo que ir hablar con Aro sobre unos neófitos que están causando problemas, te veo más tarde. — Me dio un beso en la frente y se fue.
Yo entré y ya Arturo me estaba esperando, me senté con él y empezamos la clase de italiano.
— Es bueno que los que viven contigo te hablen más en italiano para que puedas practicar mejor la pronunciación y ver qué palabras se te dificultan, las anotas en tu cuaderno y después la practicamos aquí en clase.
— Está bien, Artu. — Sonreí. — Ahora nos toca física ¿Cierto?
— Así, es tu materia favorita. — Se burló.
— Contigo es más fácil, pero igual la odio. — Hice una mueca. — Le voy a pedir a Orlando que nos haga algo para comer rapidito en este descanso.
— Está bien, me quedé dormido y no he desayunado nada.
Asentí, llame a Heidi y le pedí algo para comer.
— ¿Como está Letty? — Le pregunté.
Letty era la novia de Arturo y siempre que tiene la oportunidad me cuenta algo sobre ella, se supone que no debería decir su vida personal pero me gustaba escuchar las historias de los dos humanos que más frecuentaba en mi día a día.
— Ella está bien, ayer se fue a Francia a presentar sus nuevos cuadros. — Sonrió con orgullo.
