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Diciembre había llegado y por alguna razón yo estaba muy emocionada, normalmente diciembre no me emociona tanto pero siento que este mes será diferente. Hace poco recibí la invitación para la boda de Isabella sería después de navidad cuando la nieve bajará, Alice no quería que se casarán así. Todos en el castillo recibieron la invitación, pero Aro no quiso ir pero dejo que yo fuera si eso era lo que realmente quería.
Iré porque estoy segura que si no voy, mamá me va a matar.
— Te ves hermosa. — Alec me beso. — Siempre te ves hermosa.
— Tonto. — Le sonreí. — Estoy feliz, este tiempo aquí me ha hecho muy feliz, tú me haces feliz.
— Y tu a mí, gracias a tu tonta hermana y su novio suicida.
Me reí, salimos hacia la sala de tronos para saludar a los amo como cada mañana y luego ir a desayunar, no me gustaba desayunar en mi cuarto, así que iba al jardín Alec a veces comía conmigo pero no sé acostumbraba a la comida humana.
— Sabes, cuando me convierta en vampira seguiré deseando comer estás delicias. — me metí una fresa en la boca.
— Tú puedes tener lo que quieras, mi princesa. — Le di la fresa antes de darnos un beso.
En ese momento sentí una presencia en el jardín. Jane estaba parada enfrente de nosotros con una sonrisa, nosotras nos llevábamos muy bien poco a poco hemos estado hablando y era mi cuñada, me adoraba.
— El amo no necesita unos minutos, hermano. — Dijo tranquilamente.
— Vengo en unos segundos, no te muevas. — Me pidió.
Rodee los ojos, a pesar del tiempo que tenía aquí aún seguían siendo muy sobreprotectores y nos les gustaba dejarme sola. Terminé de comer y me quedé un rato en el jardín, pero me aburrí de llevar tanto sol, entré al castillo para poder llevar las cosas a la cocina y en el camino me encontré con alguien.
Nunca había visto a esa vampiresa por aquí, era rubia, alta, de ojos rojos como todos los de aquí, vestía de negro y me miró con una ceja alzada.
— Tú debes ser la humana. — Fruncí el ceño. — De los que todos hablan.
— Soy Scarlett Swan. — Dije con firmeza. — Supongo que eres de rango menor porque nunca te había visto por aquí.
— Ella asintió. — Si, pero la razón por la que no me has visto por aquí es porque el amo me manda siempre a misiones importantes y de mucho tiempo.
— Claro. — La mire de arriba a bajo. — ¿Necesitas algo?
— Ella me sonrió. — Para nada, solo iba de camino a la sala de tronos y bueno, nos cruzamos.
