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Todo se sentía tan diferente, las cosas se veían con muchísima más claridad, los colores eran más fuertes, más llenos de vida, podía escuchar los murmullos de la persona que se encontraban paseando por la plaza ignorando completamente lo que pasaba en las cuatro paredes de este enorme castillo. Mire la pequeña que tenía entre mis brazos, mi pequeña.
Era tan hermosa, tan chiquita y tan mía.
Quería protegerla de absolutamente cualquier cosa que pudiera lastimarla y había tantas cosas allá fuera, el hecho de ser una Vulturi la volvía presa de cualquiera que creyera tener derecho de desterrarlos de su trono, mis pequeños eran el punto débil de este castillo.
— No sabes lo feliz que me hace verte con ellos por fin. — Levanté la mirada y pude ver a Alec en el marco de la puerta.
Desde que desperté ha mantenido su distancia conmigo.
— A pesar de que las reinas, Heidi y Jane me han estado ayudando no es lo mismo, sentía que me volvía loco sin tí.
— Sonreí. — Ya desperté. — Murmuré regresando la mirada a mi pequeña que comía plácidamente.
— Se que quieres estar con ellos, pero necesito hablar contigo. — Se puso serio de repente y eso me hizo alzar una ceja. — Es importante.
Mi pequeña había terminado su biberón por lo que le saque los gases y la dejé en la cuna dónde sus hermanos que también habían comido hace poco dormían plácidamente.
Salimos de la habitación y empezamos a caminar por los pasillos.
— Hay una situación. — Empezó. — Te acuerdas el día en que nacieron los bebés. — Yo asentí. — Ese día vino Irina con una información bastante delicada.
— ¿Que paso?
— Parecen que los Cullens han creado a un niño inmortal. — Me voltee a verlo.
Alec me había comentado sobre los niños inmortales como ellos eran peligrosos para nuestro mundo ya que no tenían poder alguno ante sus instintos y el más mínimo berrinche podía acabar con todo un pueblo, eran de cuidado por lo tanto no estaba permitido crear niños inmortales era una de las reglas más claras e importantes.
— Veo imposible que ellos hayan hecho semejante estupidez. — Dije. — Creeme que lo menos que quieren es tener problemas con ustedes.
— Pues no parece, ya que han estado creando un ejército para atacarnos.
Me sorprendí, parece que los Cullens no eran los pequeños cobardes que creía.
— Todo el castillo se está preparando para ir.
— Bien, yo también iré.
— ¿Y quién se va a quedar con nuestros niños? No quiero que nada les pase.
