En la sala todo el mundo se había quedado en silencio ante la declaración de ambas hermanas. Bella se sentía un poco afectada por haber dicho aquello en voz alta, nunca se lo había dicho a nadie ni siquiera a su esposo y que ahora toda su familia y los Vulturis supieran la verdad tras sus actos la había hecho sentirse mal.
Así que al igual que su hermana salió de ahí y se fue a la habitación que le habían asignado junto a su esposo, mientras Scarlett había entrado a la habitación dónde sus hijos estaban durmiendo.
No iba a negar que cuando se enteró que estaba embarazada había tenido mucho miedo, miedo de no ser suficiente para sus hijos, de no ser buena madre, de criarlos de mala manera que terminarían odiandose entre ellos como lo hacia ella con su hermana.
Cada día que los veía tenía miedo de fallar.
Recordó una conversación que había tenido hace tiempo con Orlando.
— ¿Y las quieres? — Le pregunto mientras picaba unos tomates.
— ¿A mis hijas? ¡Claro que sí! Son la razón por la que me levanto todos los días. — Scarlett sonrió enternecida. — Se que estás muy chiquita para esta pregunta, pero ¿Te gustaría tener hijos?
Scarlett lo había pensado un momento, ¿Le gustaría tener una familia? Ella creía que sí, en la mayoría de las mujeres el ser mamá era un sueño y no podía negarse que él de ella también, bueno, quería hacer algunas cosas antes de crear una familia pero si le gustaría.
A pesar de que sabía que con Alec no podía tenerla propia, siempre había otras opciones ¿Cierto? Podrían adoptar.
¿A Alec le gustaría tener hijos? ¿Estaría dispuesto a adoptar?
— Tengo miedo. — Confesé. — No he tenido una buena relación con respeto a las familias y que se debe hacer y que no, si llego a tener una no sabría por dónde comenzar. — Me reí.
— Nadie tiene idea de lo que hace cuando tiene un bebé, a pesar de que los años te den práctica cada uno es diferente. — Me miró. — Mi niña, la mayor, es un pan de Dios y nos motivo mucho para tener la segunda, pero su hermana menor, nos hizo entender que con dos estábamos bien. — Me reí. — Todos son distintos, apuesto que tu hermana y tú son dos polos opuestos.
— Ni te imaginas cuánto. — Suspiré. — Lo que tenemos en común es que ninguna de las dos sabe lo que es tener una familia.
— He estado cocinando contigo por mucho tiempo, Scarlett considero que era una niña muy linda e inteligente, estoy segura que en el momento en que te toque lo harás increíble. — Me abrazo.
Lo extrañaba tanto.
Alec entro a la habitación mientras Scarlett seguía con la vista fija en los tres angeles que descansaban en sus respectivas cunas, sonrió un poquito al ver los bordes de la cuna de Khalid un poco quemados porque se emocionó de más jugando con Caius y lo quemo sin querer.
— Deja de pensar si lo estás haciendo mal. — Suspiró. — Lo estás haciendo increíble.
— Tenía muchas ganas de llorar, por lo que cumplió su deseo y empecé a hacerlo. — Cada vez que le prestó más atención a uno que a otro me siento como la peor madre del mundo, cada vez que cargo a uno y veo a los demás mirándome siento que me están juzgando y están preguntándose si yo los quiero y Alec, yo los amo.
— Lo sé. — Acarició su espalda. — Yo lo sé y ellos también lo saben, porque siempre que cargas a uno dejas besitos en su frente, porque cuando le estás dando de comer a uno, hablas con ellos, porque cuando abrazas a uno corres y abrazas a los dos que faltan. Scarlett te he visto, llevo un año viéndote ser mamá y ha sido la mejor.
