Capítulo 13

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No pasó mucho tiempo para que los Vulturis decidieran regresar a Volterra, después de que Scarlett se despidiera de su padre con la promesa de que se verían pronto y que le avisaría a su madre que ya los bebés habían nacido, llegaron a su hogar con enormes sonrisas en sus labios.

— Se siente bien saber que estamos aquí vivos. — Comentó Sulpicia.

— Estoy impresionado, hermano. — Marcus habló con una pequeña sonrisa en sus labios algo divertida. — Hace mucho tiempo hubieses usado cualquier cosa por acabar con los Cullens.

— Aro soltó un suspiro, tomo la mano de su esposa y sonrió. — Yo también estoy algo impresionado. — Admitió. — Sin embargo ahora entiendo un poco lo que siente Carlisle con sus hijos, no podría privar a Alec de que esté con su familia.

— Hiciste muy bien, amor. — Sulpicia le dió un beso en la mejilla y lo abrazo. — Nuestro hijo será feliz por fin.

Aro asintió satisfecho.

En la habitación de los pequeños se encontraban sus padres mirándolos dormir, era algo que hacían mucho. Scarlett ni Alec seguían sin creer que ellos estuvieran aquí y después de la amenazaba que acaban de esquivar podían sentirse un poco más tranquilos.

— Es hora de hablar. — Alec se puso enfrente de Scarlett.

Estaba cansando de evadir el tema, estaba cansando de seguir con el dolor de no poder estar con la madre de sus hijos y el amor de su vida.

Necesitaba hablar con Scarlett, ya basta de evasivas, ya basta de correr y no afrontar sus errores.

— Scarlett asintió. — Tienes razón, vamos.

Ambos le dieron un beso a los pequeños que dormían ajenos a todo y salieron de la habitación, entraron al cuarto de Scarlett y ella deseo que nadie pudiera escuchar su conversación, necesitaban privacidad, necesitaban poder hablar sin sentir que habían miles de oídos pendientes de lo que se decían.

— Nunca te conté pero al igual que tú, Jane y yo empezamos a mostrar nuestros poderes antes de convertirnos en vampiros. — Empezó a hablar. — Aro nos vio y quedó encantado con nosotros, pero no podíamos estar con los Vulturis pues ya se había impuesto la regla de no convertir a los niños por su falta de autocontrol, nos dejó al cuidado de nuestros padres para que crecieramos en un ambiente “normal” — Hizo comillas con sus dedos. — Pero nuestros dones se salían de control y el pueblo nos acusaba de brujería, siempre fuimos Jane y yo, en las buenas, en las malas, nunca tuve a nadie más, nuestra madre nos tenía miedo, no quería decirlo en voz alta pero en sus ojos se veía.

Alec soltó una pequeña risa al recordar los ojos de la mujer que le dió la vida.

— Yo siempre me considere un mounstro, algo que no era de Dios, una abominación, Jane estaba un poco encantada con su talento pero igual teníamos miedo, con el tiempo la gente del pueblo decidió setenciarnos a la hoguera a la edad de 13 años. — Soltó un suspiro. — Aro fue informado y nos salvó, no sin antes quemar a todos los del pueblo. — Se rió. — Sulpicia termino de criarnos hasta la edad de 16 años dónde nos convirtieron para ser parte esencial de la guardia, nuestros poderes iban a ayudar mucho a nuestro mundo y a Aro le urgía que fuéramos vampiros para poder utilizarnos.

» Sulpicia nos veía como sus hijos, pero Aro como unas armas esenciales para su guardía, aunque a veces tenía dotes de padre, no puedo negarlo. — Sonrió a medias. — Después de que nos juntamos a la guardia, todo se volvió monótono para mí, solo estaba con Demitri, Félix y mi hermana, matabamos vampiros, humanos, sangre por todos lados.

Scarlett escuchaba atenta cada una de las palabras que salía de la boca de Alec, él estaba viendo algún punto fijo del suelo mientras relataba algunas cosas de su vida.

La hermana de Isabella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora