Scarlett estaba muy emocionada por su regreso a Volterra después de la boda de su hermana, extrañaba demasiado a Heidi y a Alec, las dos personas que más la acompañaban y más cariño le tenían en el castillo.
Le llevaba unos obsequios que había logrado comprar en el pueblo.
Al llegar al Volterra tomo una gran bocanada de aire, había extrañado tanto este lugar, él cuál se había convertido en su hogar y dónde se encontraba la persona que amaba.
Pidió un taxi, no quería alertar a ninguno de los Vulturis hasta que apareciera en el castillo, allí no habría manera de escabullirse de sus súper sentidos pero no importaba, ya estaba ahí.
No había dejado de sonreír en todo el trayecto, hasta que la dejaron en la plaza y ella se bajó agradeciéndole al taxista, él le entrego un caramelo de menta y se fue.
Que agradable; pensó.
Heidi le había enseñado sobre una puerta secreta en un callejón oscuro dónde entraban al castillo cuando no llevaban turistas para no levantar sospechas. Empezó a caminar por los largos pasillos hasta que por fin vio el corredor que la llevaría hacia la sala de tronos.
¿Debería ir primero a la sala a saludar a los amo o iría con Alec?
¿Y si Alec se encontraba con los amo?
Quiso ir primero a la habitación de Alec para descartar, quería que él fuera el primero en recibirla y en la sala de tronos no podía lanzarse a sus brazos como tanto quería.
Cómo Scarlett lo había predicho los reyes estaban altanto de su llegada y estaban nerviosos, allí se encontraban todos, todos excepto dos personas.
— Está aquí. — Marcus fue quién rompió el silencio.
Jane intentó ir a advertirle a su hermano o llamarlo pero Aro no lo dejo.
— Es momento. — Fue lo que dijo el monarca.
Heidi miraba a su compañera con miedo y culpa mientras esté tomaba su mano disimuladamente para darle fuerzas.
Jane jugaba con sus manos nerviosamente mirando al frente intentando fingir que la situación no le importaba.
Dimitri soltó un suspiró al escuchar a Scarlett llegar a la puerta de Alec y tomar el pomo de la puerta.
— Alec... — El susurró de Scarlett hubiese pasado desapercibido para cualqiera, pero no cuando te encontrabas en un castillo lleno de vampiros atentos a tus movimientos.
La habitación estaba oscura sin embargo la luz del pasillo dejaba ver la escena en total claridad, Dakota estaba dándole la espalda desnuda encima de Alec quién la había apartado para ver quién había abierto la puerta de tal manera.
Sintió que su mundo se había caído abajo cuando vio a Scarlett en la puerta mirándolo sin poder creerlo, sus ojos estaban cristalizados y en su rostro se podía ver la decepción.
No podía ser posible que ella estuviera aquí, ella tenía que regresar en una semana y él iría a buscarla en el aeropuerto dónde le llevaría tulipanes y sus donas favoritas, le diría lo mucho que la extrañaba y que no volvería a dejarlo solo de esa manera, después podría tenerla para siempre, porque ella era suya y él era de ella.
Así que no, se negaba a creer que era ella la que había abierto la puerta, se negaba a perderla.
Scarlett se dió medio vuelta y empezó a caminar lejos de la habitación en un estado de shock. Su corazón latía frenéticamente, sus manos empezaron a sudar al igual que su frente, sentía que su caja torácica empezaba a cerrarse para evitar que ella pudiera respirar.
