A las nueve de la mañana, Débora ya se encontraba abriendo la reja del edificio. Había pasado una noche sensacional junto a sus amigas. Aunque era popular en su antiguo instituto, jamás se había sentido tan bien en ninguna de todas esas fiestas en garitos a donde la invitaban.
Al entrar al apartamento, lo primero que vio fue la expresión de su padre. Miguel David era un hombre bastante tranquilo, pero para verle tan molesto esa mañana, debió haber ocurrido algo muy, muy malo.
—¿Dónde pasaste la noche, Débora Covadonga?
—Padre, con Yeferson en la celebración de...
—¡Te lo voy a preguntar otra vez y me vas a decir la verdad! ¡La verdad! ¿Dónde. Pasaste. La. Noche?
Ella pasó saliva, atribulada. ¿Qué coño habría fallado en su plan? No conseguía el cabo suelto. No era capaz de contestar, no cuando no sabía qué tanto sabía su padre, quería creer que aún tenía chance de maquinar otra mentira.
Del pasillo de los cuartos salió Yeferson, bostezando mientras se estiraba después de haber armado ese show y acostarse a dormir.
—Yeferson me dijo que te fuiste al barrio a dormir en casa de una compañera de instituto, ¿Eso sí es verdad? No puedo creer que lo hayas utilizado de esa manera.
—Verdad, Covadonga. Burde pasá' —secundó Yeferson.
—¡Chivato! —le gritó ella entre dientes.
—¿Qué...?
—Chismoso, sapo, pajuo —le tradujo Jhoana, rellenando unos panes desde el comedor.
—Ah, buenísimo. Gracias, má' —ironizó él.
—De nada, hijito.
—Estás castigada, Débora. Dame tu celular —Miguel David extendió su mano, abriéndola y cerrándola.
Al ver la respiración agitada de Débora, Yeferson quiso intervenir. Sí, quería joderla y tenía buenas razones para hacerlo, pero la idea era echarle paja nada más, no que la castigaran.
—No creo que sea necesario. Ya no volverá a decirte mentiras...
—No te metas, Yeferson. Que desde el principio le querías tapar la sinvergüenzura.
—¡Pero me arrepentí y fui a contartelo por ser buen samaritano!
—No seas metido, Yeferson Jesús, si no te vamos a quitar el teléfono a ti también —su madre lo señaló con un cuchillo lleno de mantequilla.
—Los bocazas no entrarán al reino de los cielos —masculló Débora, dejando el teléfono en la mano de su papá. Cuando pasó por su lado, le torció los ojos—. Mamagüevo.
—Me sabe a culo, el diablo es convivito mío.
Débora se encerró en su habitación dando un portazo y la cara se le puso roja mientras gritaba contra la almohada, maldiciendo la existencia de su hermanastro y su estupidez por haber confiado en él.
~•~
Débora se hizo la dormida cuando Jhoana fue a llamarla a la hora del almuerzo. Se dió cuenta de que solo fingía, ya que vio que su respiración no era tan pesada y profunda. La entendió y, mientras le dejaba el plato con pasta y albóndigas en el escritorio, le dijo:
—Aquí te dejo para que comas caliente. Yo tampoco saldría para evitar la tensión, pero tu papá quiere hablar contigo para arreglar las cosas. También te dejo una taza de café con leche. Sal cuando te sientas mejor.
¿Por qué tenía que hacerlo tan difícil? Jhoana era la dulzura hecha persona, al menos con ella. ¡¿Quién podría odiar a una madrastra así?! Agh, Débora quería echarle la culpa a todo el mundo.
Decidió salir a eso de las diez de la noche. Los adultos de la casa ya estaban dormidos, ella se dirigía a la cocina para calentar en el microondas el almuerzo que ni siquiera había tocado. En el camino, vio la pantalla de la sala encendida. Era Yeferson, medio adormilado, viendo «¿Cárcel o infierno?» en el Blu-ray. Cuando escuchó los pasos arrastrados de su hermanastra, se sobresaltó.
—Ahí te guardé una arepa con diablito y mayonesa —le dijo, tanteando terreno a ver si era prudente seguir hablando o no.
—Vete a la mierda.
Okey, la víbora todavía tenía ponzoña.
Apagó la televisión y prendió la luz se la sala para ir a sentarse a uno de los taburetes.—¿Por qué cambiaste mi tarea de física? ¿Pensaste que no me iba a dar cuenta? Eres una lacrita, Europea. Pero resulta que en realidad estaba copiándome y todavía tenía la chuleta caleta por ahí, solo había que comparar.
La castaña no tardó en darse cuenta de que por eso le había contado la verdad a su padre. Por una venganza ridícula e infantil.
Ella seguía en silencio, la tensión era tan pesada que Débora apenas podía mover los brazos mientras maniobraba el microondas.
—Mentira. Me di cuenta fue porque ví números más bonitos y yo sabía que ni volviendo a nacer escribiría así. Pero no pienses que es un halago.
Débora ni siquiera lo miró cuando se volteó para regresar a su cuarto. Yeferson, a pesar de que había pasado varias horas esperándola en la sala mientras intentaba planear una disculpa que pareciera improvisada, la dejó ir.
Si había algo que Débora odiaba con el alma, era tener problemas con su padre, ya que ella era la niña de sus ojos y, cada vez que discutían, sentía que lo decepcionaba de alguna forma. Caprichosa y malcriada, fuese como fuese, intentaba ser perfecta para él desde que tenía uso de razón.
Yeferson, consciente de que había descubierto el punto débil de su adversario, no se sentía hufano por ello. Por el contrario, se sentía raro.
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Amé a Débora diciéndole mamagüevo a Yeferson, lo juro ajksjsjsjja.
Quiero que sepan que se vienen Cositas
👁️👄👁️ Esta historia no estará hecha solo para dar risa, sino para causar otras emociones en ustedes.¿Alguna vez llegaron a su casa después de hacerse escapado y resulta que sus papás ya sabían y los estaban esperando para formarles el peo del año? Pq a mí sí me pasó, q bolas.
Y no me quitaron el teléfono nada más pq no tenía xd
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Bajo la misma arepa
HumorTras la muerte de su tía, Débora debe viajar a Venezuela para reencontrarse con su padre después de varios años. En este país completamente desconocido para ella, tendrá que adaptarse a su jerga, sus costumbres y su gente. La pareja de su padre el r...