Maldita mala (+18)

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El baño fue el refugio más privado y aledaño que Débora encontró para encerrarse a ahogar su molestia en ginebra.

La fusión del aroma a desinfectante Cherry y el característico olor a orina bailaba en el aire, pero seguía siendo mejor que cualquier otro baño público. Las cerámicas blancas de las paredes estaban rayadas con acrílicos; obscenidades, garabatos, insultos misoginos y números telefónicos se leían en diversos colores de marcador. Débora se recostó de la puerta tras cerrarla con pestillo y alzó la botella en dirección al reflejo que le regresaba el espejo astillado que reposaba sobre el lavabo que goteaba en su defecto.

Alejó con la punta de sus botas los papeles higiénicos que estaban desperdigados por el suelo a causa del cesto petado y, con su espalda pegada a la madera, fue bajando lentamente hasta quedar sentada, abrazando sus piernas.

Odiaba no poder echar a nadie la culpa de sus contradicciones. En Madrid le resultaba nada complicado salir de fiesta y liarse con alguien durante una sola noche, teniendo la convicción de que nunca más vería a esa persona. Pero ahora todo era distinto, todo cambiaba; después de un polvo se le antojaba dormir abrazada a ese alguien hasta el próximo amanecer, o despertarlo a mitad de la madrugada para un rapidín. Le gustaban los detalles y que le rindieran pleitesía sin pedirlo, sentía la necesidad de regresar algunos gestos no por obligación, sino por voluntad, y era extraño. No estaba acostumbrada a querer.

Recordando las sonrisas que las acciones de Yeferson le sacaron a la fuerza, las diversas vivencias antes de la intimidad, y las placenteras sensaciones experimentadas durante ésta; ella supo que esas últimas semanas no se le revolvía el estómago constantemente, en realidad eran mariposas.

Sentía un nudo en la garganta que ni el más profundo trago de licor la ayudó a aflojar, y era molestia, molestia consigo misma. Si ella no hubiese pretendido pasar de él para disimular que quería acabar dejándose llevar, él no se hubiese ido a besar con otra por venganza.

Sabía que para Yeferson no significaba absolutamente nada, si de algo tenía certeza Débora era de que su pedestal en la vida del moreno no tenía fecha de vencimiento, pero su desagrado se acrecentaba con el saber que a Dubraska sí le molaba el moreno, esa atracción se notaba a leguas con cada cena familiar en el apartamento. Alguien sí había disfrutado de ese beso.

Joder, que ya había admitido que su hermanastro le gustaba, ¿Por qué coño se complicaba tanto la vida al seguir algo aferrada a ser tan déspota? Ni siquiera era parte de su personalidad, su corazón le pedía a gritos que acabara por desbordar amor.

Tal vez cuando no se está acostumbrado a amar, resulta difícil soltar la frialdad que envolvía a ese corazón.

Débora dió un largo trago y lo saboreó antes de pasarlo, cerrando los ojos con la intención de ordenar su puta cabeza que estaba hecha un lío.

En la algarabía, Yeferson rompió el beso cuando la prima de Gabriel intentó colar su mano debajo de la camisa de él para acariciar la piel de su abdomen. Se dió media vuelta y sin pensarlo mucho comenzó a alejarse, importándole un carajo que Dubraska exclamara su nombre a sus espaldas para hacerlo volver.

Ahora se sentía mal por haberla utilizado, pero su primo también utilizó a la tipa que él amaba, de alguna forma estaban a mano.

Las luces precarias no colaboraban con su búsqueda visual, y mucho menos la mezcla del crippy, la nicotina y el alcohol haciendo estragos en su cabeza. Comenzaba a ver nublado mientras avanzaba entre la multitud que bailaba y jodía. Ahí se sintió ajeno a la diversión del resto, empezaba a preocuparse al no localizar a su caprichosa.

Fue hasta la mesa que ella había compartido con sus amigos y la encontró vacía, a excepción de Natalia, que estaba ahí sentada descansando las piernas, por un instante se le cruzó la idea de preguntarle por Débora, pero su mente viajó a varios meses atrás y prefirió seguir buscando sin pistas antes que dirigirle la palabra a esa tipa.

Bajo la misma arepaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora